|   | "Castellani o la fabricación de la realidad"En Film, publicación de Cine Universitario, nº 
              13
 mayo 1953, p. 8-12.
 "Cuando se estrenó en 1946 Mio figlio professore, 
              los pocos críticos que en Italia seguían atentamente 
              la carrera de Renato Castellani (nacido en 1903) pudieron comprobar 
              que el joven realizador quemaba todo lo que hasta entonces había 
              adorado y adoraba lo que antes había quemado. O para decirlo 
              con otra metáfora (de Giulio Cesare Castello): Castellani 
              se encontraba en los antípodas de su punto de partida. Quienes 
              recordaron Un colpo de pistola (El duelo, 1941) y 
              Zazá (1943) parecían asombrarse de la transformación 
              operada: nada de caligrafía ochocentista, nada de frialdad 
              y mesura decorativas, nada de árido formalismo. La nueva 
              película buscaba los efectos jocundos y espontáneos, 
              se asomaba con fruición a la realidad cotidiana, tomaba su 
              tema de una observación menuda del ambiente circundante. 
              En una palabra, Castellani se inscribía en ese invasor neorrealismo 
              que Luchino Visconti y su Ossessione (1942) habían 
              descubierto, o inventado, y que había sido explorado ya por 
              Roberto Rossellini y Vittorio de Sica, por Luigi Zampa y Augusto 
              Genina. Las dos películas siguientes de Castellani -Sotto il 
              sole di Roma (1948) y ...E'primavera (1950)- vinieron 
              a confirmar, amplificándola, esa orientación hacia 
              el costumbrismo, esa tendencia hacia una realidad captada en sus 
              propias fuentes y trasladada al cine con inmediatez. Dentro de la 
              tendencia neorrealista, Castellani parecía destacarse sobre 
              todo por la gozosa rapidez de sus relatos, por la observación 
              renovada, por el humorismo sin hieles. Hablar de Castellani como 
              de un artista que había abjurado de un temprano formalismo 
              parecía lo más ortodoxo. El propio realizador se acordaba 
              con vergüenza de Un colpo di pistola a la que llamaba, 
              literalmente, "un mío peccato di presunzione". El estreno de Due Soldi di Speranza (1952) y una consideración 
              más detenida de los rasgos personales del estilo de Castellani 
              llevan, sin embargo, a otro planteo del problema: examinar qué 
              esconde su conversión de un estetismo finisecular a un neorrealismo 
              estrictamente coetáneo. Los antípodas se tocan Parece abrumadora la evidencia neorrealista de sus últimos 
              tres films. En cada uno de ellos el ambiente se impone de inmediato 
              al espectador; los personajes (reconocibles en sus líneas 
              principales) dictan el tema, como ha sugerido el mismo Castellani; 
              el realizador parece abandonarse totalmente a la improvisación 
              o, en todo caso, a la sugestión inevitable que desborda de 
              seres y mundo. Los elementos formales desaparecen o no son advertidos 
              por el espectador. En unas declaraciones recientes a Georges Sadoul 
              el propio director había comunicado su principal deseo: "Lo 
              esencial en un film es no hacerse ver, borrarse ante los hechos". 
              Esta ambición de objetividad parecía agotar su destino 
              de creador. Lo que Sotto il sole di Roma parecía dar eran los 
              hechos mismos; unos muchachos romanos viviendo su adolescencia entre 
              la guerra, el mercado negro y las tentaciones eternas de la pubertad. 
              Una narración veloz desarrollaba todos los incidentes de 
              la historia, sin detenerse demasiado en profundizarlos. A pesar 
              de un final voluntariamente sentimental y hasta lacrimógeno, 
              se desprendía del film un hálito de verdad. Despreocupado 
              del formalismo (como se apuntó en seguida), Castellani parecía 
              narrar por el gusto de narrar. Y entonces se alzó una voz de alerta. Georges Sadoul indicó 
              un rasgo que merece tenerse en cuenta para valorar el aporte documental 
              de sus films: la elección deliberada del lado pintoresco 
              del asunto. Castellani abandonaba una visión completa y compleja 
              del tema -en que entrara, es claro, la risa y la simpatía 
              humana pero también la verdad de una trágica corrupción, 
              de una disolución de los valores, de una aventura política 
              irresponsable- para subrayar sólo los elementos de la fábula 
              que fueran más fácilmente asimilables por un público 
              sin exigencias. Toda la verdad del asunto dependía de la 
              facilidad narrativa, no de su intrínseca fidelidad. Sin dar 
              tiempo a la reflexión, Castellani sólo conseguía 
              un planteo superficial del tema. Su aparente verismo, su contribución 
              documental al tema, se evaporaban: quedaba, apenas, el feliz escamoteo, 
              el arte de decir, la forma. Huyendo del formalismo, caía 
              Castellani en él. En ...E'primavera (tal vez su obra maestra) estas condiciones 
              de escamoteo, de hábil prestidigitación, se acentuaban. 
              Con la colaboración de un equipo de libretistas en que sobresalía 
              el fecundo Cesare Zavattini, armaba Castellani una fábula 
              de imposible y jocunda bigamia. Con precisión que denuncia 
              su profesión original de ingeniero, Castellani desarrollaba 
              una anécdota profusa y repartida en tres ciudades (Florencia, 
              Catania, Milán) sin perder jamás el hilo. El espectador 
              era arrollado por el ímpetu y el brío narrativos. 
              No había tiempo para reflexionar; aquello eran tan convincente 
              como un buen vaudeville. Castellani recuperaba -por qué 
              inesperados caminos- el arte olvidado de Meilhac y Halévy, 
              de Feydeaum, de Labiche. Era el comediógrafo que trabaja 
              sobre la blanda e informe materia humana, dándole la orientación 
              que su invención propone. Por el placer de narrar Con Due soldi di speranza el enfoque humorístico 
              individual de ...E'primavera se enriquecía de implicaciones 
              sociales y también sentimentales. Dos temas se enlazan en 
              el film: los amores contrariados de Carmela y Antonio, y la vida 
              dura, miserable, de los habitantes de Cusano (en realidad, Boscotrecase, 
              cerca de Nápoles). El primer tema se apoya en el segundo, 
              y encuentra en él su justificación. El ardor del deseo, 
              la impotencia para resolver su propio destino, la súbita 
              y operática asunción de una responsabilidad para la 
              que los jóvenes no estaban preparados, no ocurre a espaldas 
              de las circunstancias sino debido a ellas, reiterándose en 
              sucesivos episodios la frustración de diversas soluciones. 
              En ese mundo sórdido y disparatado, en esa miseria que sólo 
              reconoce grados y no alivio, parece imposible la empresa de conquista 
              de Antonio que lleva a cabo Carmela, y es del choque entre su voluntad, 
              luego contagiada al joven, y la ciega resistencia colectiva, que 
              surge el conflicto. Pero Renato Castellani prefiere que sus conflictos 
              sean expuestos como comedias, y no formula una versión modernizadas 
              de Romeo y Julieta. Como en Sotto il sole di Roma (1948), 
              como en ...E'primavera (1950), Castellani elude lo patético, 
              y, contra lo que cree Sadoul, no convierte su film en un documental 
              sobre los jóvenes desocupados ni sobre la miseria crónica 
              de la aldea; su exposición soslaya el panfleto social, y 
              se ocupa de recoger el rasgo pintoresco, la circunstancia única 
              que permita revelar a estos seres absurdos y ridículos, pero 
              también tiernos y amantes. El film no consigue superar el plano de la comedia costumbrista, 
              y aunque está construido por yuxtaposición de episodios, 
              da a todos ellos una misma tónica. Antes que un creador o 
              que un teórico, Castellani se vuelve a mostrar como un comediógrafo 
              que trabaja con personajes y temas tomados de la misma vida. La 
              cámara los busca en sus viviendas, muestra sin afeites el 
              mundo que los rodea, los valores por los que sobreviven. Pero la 
              exposición no es naturalista. La materia está trabajada 
              con cuidado, y cada efecto, aun el trivial o indistinto, ha sido 
              escogido con tino; la exposición tiene un ritmo seguro. El 
              crítico italiano Guido Aristarco hasta ha podido señalar 
              la influencia de Visconti. Aunque Castellani trabaja con exteriores 
              y con actores no profesionales, su cámara convierte los lugares 
              en escenarios, y los seres reales en cómicos; manejada con 
              constante dinamismo, con inventiva renovada, busca el detalle de 
              las situaciones, y transforma un documento potencial en comedia. 
              La intención de Castellani es mostrar la simpatía 
              de donde nace la risa, componer un film para regocijo de todos. Dentro del taller Se ha hecho caudal de los aspectos más externos del neorrealismo: 
              utiliza escenarios naturales, actores no profesionales, habla en 
              dialecto. El último film de Castellani parece cumplir, puntualmente, 
              con cada una de esas condiciones. Sin embargo, si se examina de 
              cerca el alcance de las mismas puede llegarse a inesperadas conclusiones. 
              En este caso, tal tarea está facilitada por la abundante 
              documentación sobre el proceso de creación de Due 
              soldi di speranza. El tema le fue sugerido a Castellani por 
              las confidencias de Vicenzo Musolino, quien luego representaría 
              a Antonio, el protagonista. Esta circunstancia parece agregar una 
              vuelta de tuerca a la autenticidad neorrealista: el mismo personaje 
              (y sin mediación de Pirandello) se presenta al creador para 
              contar su historia. Pero de hecho, la historia del Antonio auténtico 
              y la de Antonio ficticio no coinciden. El de la vida real no respeta 
              a su Carmela; por el contrario la seduce y se ve obligado a casar 
              con ella; la familia de ella, en vez de oponerse al enlace, lo desea. 
              Lo que toma Castellani del Antonio auténtico es la visión 
              paciente y sufrida de mundo y un inagotable anecdotario sobre Teano, 
              su paese. Con ese material informe -dicho por Antonio en 
              un dialecto ya teñido de nostalgia y hasta de tristeza- compuso 
              Castellani en diez días un libreto puramente narrativo y 
              de tendencia cómica. Más tarde, y reflejando el tono 
              mismo del protagonista, la narración se hizo más seria. 
             Entre las innovaciones que sufrió la historia en sus sucesivos 
              avatares la más importante fue la del final, que levanta 
              a ímpetus de ópera lo que hasta entonces se había 
              desarrollado en un plano costumbrista. Como prueba de que Castellani 
              no se preocupaba por un verismo absoluto puede indicarse el tratamiento 
              de los desocupados, que en la película parecen amparados 
              eternamente por el subsidio, aunque en realidad (y como apunta Aristarco) 
              sólo lo reciben por un plazo de tres meses. Es evidente que 
              estos desocupados sólo le interesan a Castellani como elementos 
              de su fábula. Ese primer libreto fue rehecho varias veces durante el lapso de 
              casi un año. El principal problema de su elaboración 
              se concentró en el diálogo. En la primera versión, 
              Castellani había respetado el dialecto de Antonio; pero era 
              incomprensible fuera de Teano. Resolvió verterlo entonces 
              al italiano; pero era incongruente entonces con los tipos y el ambiente. 
              (El italiano, apunta el mismo Artistarco, es una lengua literaria). 
              Una solución se alcanzó gracias a los oficios de Titina 
              de Filippo que tradujo el diálogo al napolitano: un napolitano 
              ya estilizado por el teatro costumbrista (como el de su hermano 
              Edoardo) y suficientemente inteligible. Cuando llegó al fin a Boscotrecase, el pueblo por 
              él escogido, llevaba un libreto enorme, cuidadosamente revisado. 
              Tardó seis meses en rodar la película; en esos meses 
              filmó 100.000 metros. Un año más tardaría 
              en reducirlos a proporciones normales, en sintetizar episodios, 
              en suprimir escenas (incluso una de ribetes anticlericales), en 
              dar al film ese montaje ágil y contrapuntístico que 
              es su principal característica. Pero más elocuente que el cálculo de ese año 
              dedicado al trabajo de composición de un film aparentemente 
              tan espontáneo, es el recuento de sus dificultades con los 
              actores no profesionales de que se enorgullece la fórmula 
              neorrealista. El propio Castellani ha comunicado su punto de vista 
              de la experiencia: "Empezaba representando a cada uno el 
              papel. Se lo repetía cinco, seis, diez veces, hasta que empezaba 
              a entenderlo y a moverse aproximadamente. Hasta que, a fuerza de 
              repetirlo, conseguía "por imitación" moverse 
              y hablar de manera adecuada y natural". Lo que Castellani 
              omite decir aquí, lo que cuenta una de sus colaboradoras, 
              Marie Claire Solleville, es que para poner a Carmela (María 
              Fiore) en situación, el director usaba el persuasivo argumento 
              de una vara de junco. A qué precio y con qué medios 
              se logra la naturalidad es lo que la anécdota ilustra bastante. De regreso Es cierto que Castellani se acerca a la realidad con ojos bien 
              abiertos; es cierto que prefiere los escenarios naturales y los 
              actores no profesionales y el dialecto. Pero no menos cierto es 
              que los escenarios naturales se convierten en sets en sus 
              manos, que los actores se profesionalizan a la fuerza (como observó 
              alguien) y que su dialecto es tan convencional -guardadas las distancias- 
              como el lenguaje de furor y abstracción trágica de 
              Jean Racine. Es casi seguro que los últimos films de Reanto Castellani 
              estén efectivamente en las antípodas de Un colpo 
              di pistola, y que sean incompatibles la reconstrucción 
              helada de un film como aquél y el humorismo cálido 
              de los últimos títulos; es seguro, también, 
              que unos y otros están muy distantes de la realidad." ERM Bibliografía. Se publicó un estudio 
              de conjunto en CINEMA (30 marzo 1950) a cargo de Giulio Cesare 
              Castello; por su fecha, omite el último film. Sobre Due 
              soldi di speranza se publicó también en CINEMA 
              (15 abril 1952) una excelente reseña de Guido Aristarco, 
              y en LES TEMPS MODERNES (diciembre 1952) otra reseña 
              poco favorable de B. Dort. Sobre la filmación de este último 
              título, y con declaraciones varias de Castellani, pueden 
              verse: Stelio Martín en CINEMA (1º mayo 1952), 
              Georges Sadoul en L'ECRAN FRANÇAISE (1º agosto 
              1952) y Marie-Claire Solleville en CAHIERS DU CINEMA (Nº 
              12, mayo 1952, y Nº 15, setiembre 1952). Gavin Lamberto ha 
              escrito sobre neorrealismo italiano, incluyendo un examen de Castellani, 
              en SIGHT AND SOUND (febrero 1851 y octubre-diciembre 1952). |