|  | "Uno de los aspectos más curiosos de la 
              difusión de la obra de Borges en los Estados Unidos es la 
              extraordinaria dispersión de las traducciones de sus libros. 
              Después de años de benigna negligencia (para citar 
              a un conocido humanista), o de franca ignorancia, el descubrimiento 
              internacional de su obra que sigue al Premio Formentor 1961, compartido 
              con Samuel Beckett, despierta el interés de los editores 
              norteamericanos. Hasta esa fecha, se habían mostrado bastante 
              escépticos sobre el atractivo que podía tener para 
              los apetitos, supuestamente pantagruelescos del público norteamericano, 
              las obras de este maestro de la miniaturización. Recuerdo 
              que hace cuatro años, uno de los más ilustres editores 
              norteamericanos me confesaba, algo perplejo, que habría podido 
              publicar la obra completa de Borges ya en los años cincuenta 
              si no fuera que sus penetrantes asesores siempre le recomendaban 
              esperar hasta que "escribiese una buena novela". El Premio Formentor cambió todo. De inmediato se publicó 
              una importante antología, Labyrinths (1961), con el 
              subtítulo de Selected Stories and Other Writings, 
              y que había sido compilada por dos especialistas en Borges: 
              Donald A. Yates y James E. Irby. Las traducciones, de ambos compiladores 
              con asistencia de otros escritores, eran en general excelentes; 
              la Introducción de Irby situaba con penetración 
              la vida y la obra de Borges. Ya en 1964 se hizo una edición 
              ampliada y en rústica de la misma, que es constantemente 
              reeditada. En 1962 se publica una traducción de Ficciones, que 
              conserva el título español. Ni la Introducción 
              ni la traducción (de Anthony Kerrigan ambas) están 
              a la altura de Labyrinths, pero el nuevo libro tiene la virtud 
              de ofrecer, completa, una de las obras básicas de Borges, 
              y no sólo una antología. Con Ficciones empieza 
              una segunda etapa de la traducción de su obra. A ella pertenece 
              Other Inquisitions, que se publica en 1964 y también 
              reproduce un libro original, el más importante de sus libros 
              de ensayos. Lleva una Introducción analítica 
              de Irby; la traducción del volumen no es suya y, además, 
              contiene errores garrafales. Del mismo año es la traducción de El hacedor, 
              que fue bautizado en inglés, Dreamtigers, según 
              el título que había puesto Borges a una de sus piezas. 
              El título de ésta estaba en inglés en el original 
              español. Hay una circunstancia típicamente borgiana 
              en el cambio de título del libro porque El hacedor (Borges 
              lo ha contado) es apenas la traducción en español 
              de un título que se le había ocurrido en inglés, 
              The Maker. Pero al ser traducido, los editores lo rechazaron 
              por ser algo arcaico el sentido de "poeta" que 
              Borges quería darle. Dreamtigers lleva una estimulante 
              Introducción de Miguel Enguídanos. En 1967 se vuelve, temporariamente, a la primera etapa, la de las 
              páginas selectas, con la traducción de A Personal 
              Anthology, a cargo de Anthony Kerrigan y otros. Es un libro 
              que se justifica más en español que en inglés 
              ya que, de alguna manera, presupone el conocimiento de la obra de 
              Borges. El fin confeso de esta Analogía (según 
              ha contado el autor en el prólogo) ha sido elegir lo que 
              le gusta más en su obra; lo que significa, también, 
              excluir lo que le gusta menos, como indica al quejarse de "determinados 
              ejercicios de excesivo y apócrifo color local que andan por 
              las antologías y que no puedo recordar sin rubor" 
              (p. 7). La alusión a "Hombre de la esquina rosada", 
              su cuento más popular en la Argentina, no puede ser más 
              clara. Pero en el contexto norteamericano estas inclusiones y exclusiones 
              no funcionan de la misma manera. La selección de la Antología 
              personal subraya demasiado los gustos del Borges ya viejo y 
              sus no siempre justificadas exclusiones de zonas enteras de su obra. En 1969, con la publicación de The Book of the Imaginary 
              Beings, compilado y traducido por Norman Thomas di Giovanni, 
              en colaboración con Borges, se entra en la tercera etapa 
              de la publicación de sus libros en los Estados Unidos. Norman 
              Thomas di Giovanni conoció a Borges en Harvard, 1968, y desde 
              entonces se ha concentrado casi exclusivamente en traducir y editar 
              su obra, habiéndose trasladado a Buenos Aires para estar 
              más cerca de Borges. Sus traducciones, revisadas y aprobadas 
              por el escritor argentino, son las más fieles y eruditas 
              posibles. Incluso mejoran en muchos casos el texto original español, 
              plagado de erratas, de las Obras Completas. Como se sabe, 
              desde 1955 Borges no puede ni leer ni escribir por prohibición 
              médica, y los sucesivos libros que ha publicado desde entonces 
              fueron revisados por su madre, por amigos íntimos y colaboradores 
              de vieja data, como Adolfo Bioy Casares, o por amanuenses de muy 
              variada calidad. De ahí que, en cierto sentido, The Book 
              of Imaginary Beings sea superior a las dos versiones en español 
              del mismo libro: Manual de Zoología fantástica 
              (1957) y El libro de los seres imaginarios (1968), compilados 
              ambos con la colaboración de Margarita Guerrero. Con este volumen primero, di Giovanni iniciaba la traducción 
              ordenada y la puesta al día de la obra de Borges; varios 
              tomos fueron proyectados entonces. Han salido ya otros tres y un 
              cuarto está en prensa. Son: The Aleph and Other Stories: 
              1933-1969 (1970); Doctor Brodie's Report (1971), Selected 
              Poems 1923-1967 (1972) y A Universal History of Infamy (1972). 
              El segundo y el cuarto son reproducciones de obras que Borges había 
              publicado en 1970 y 1935, respectivamente. Sobre esta última, 
              conviene aclarar que ha sido traducida sin la colaboración 
              habitual de Borges. En cuanto al tercero es una antología, 
              compilada por di Giovanni y traducida por él y otros escritores, 
              que refleja los gustos del Borges actual, y su opinión de 
              hoy, sobre su poesía anterior. Incluso prefiere, en muchos 
              casos, versiones recientes de viejos poemas. Es discutible este 
              criterio que autoriza a un escritor a convertirse en crítico 
              de su obra pasada, a reescribirla, a transformarla. Pero es un derecho 
              que se han arrogado gentes tan ilustres como Goethe y Henry James. 
              De todas maneras, Selected Poems, pertenece por su origen 
              al canon borgiano. Tal vez no presente la mejor visión de 
              la poesía de Borges, pero esa es otra historia.  Muy distinto es el caso del primer volumen de esta secuencia, The 
              Aleph. Originariamente, di Giovanni quiso publicar una traducción 
              del volumen español, publicado en 1949 y reeditado con sendos 
              nuevos cuentos en 1952, 1957 y 1965. Pero como los derechos de las 
              traducciones de algunos cuentos pertenecían a otra editorial 
              norteamericana y a otros compiladores, los de Labyrinths, 
              ese proyecto no pudo realizarse. Di Giovanni debió componer 
              un volumen con algunos cuentos de El Aleph español, 
              y sumarle textos de otros libros (Historia de la eternidad, Ficciones, 
              El hacedor, hasta El informe de Brodie) y completar el 
              volumen con un extraordinario pero reticente "Autobiographical 
              Essay" y unos tantalizadores "Commentaries". 
              Por valioso que sea el volumen (y lo es, considerablemente) no sustituye 
              una traducción completa de uno de los tres libros de ficción 
              más importantes de Borges. Es penoso que por problemas de 
              derechos, El Aleph siga mutilado en inglés. Con la publicación de An Introduction to American Literature, 
              a cargo de L. Clark Keating y Robert O. Evans, que también 
              la tradujeron, empieza la cuarta etapa de la difusión en 
              libro de la obra de Borges en los Estados Unidos. Si la primera 
              (Labyrints) era la del descubrimiento antológico; 
              o la segunda, (Ficciones, Dreamtigers) la de la reproducción 
              de las obras originales, y la tercera (las versiones de di Giovanni), 
              la de la ordenación y compilación erudita, ésta 
              es la de las migajas de los banquetes borgianos. Porque si hay un 
              libro en la ya vasta y caótica bibliografía original 
              de Borges que no debería haber sido traducido nunca en los 
              Estados Unidos es precisamente éste. Conviene explicar con 
              detalle por qué. En primer lugar, se trata de lo que se llama un no-libro: 
              una obra compilada sin un propósito verdaderamente orgánico, 
              una obra cuya intención casual demuestra claramente el origen. 
              En realidad, la Introducción a la literatura norteamericana 
              (1967), fue organizado por Esther Zamborain de Torres sobre 
              la base de los apuntes de un curso de literatura que Borges dictaba 
              en la Facultad de Filosofía y Letras, de Buenos Aires, por 
              aquellos años. Aunque seguramente revisado por Borges, cuyas 
              opiniones y rasgos de estilo son fácilmente reconocibles 
              en esta Introducción, el panfleto como tal no lo representa 
              para nada. Además, la obra original fue incluida en una "Colección 
              Esquemas" que estaba dirigida al lector no especializado. 
              Estas circunstancias, y el hecho de que la compiladora no sea siquiera 
              especialista en la materia, explican la naturaleza menor, de mera 
              divulgación, de la obrita. Publicada en dicha colección y en la Argentina no podía 
              dañar demasiado la reputación de Borges. Allí 
              están a la mano, por ejemplo, no sólo 0tras inquisiciones, 
              sino los dos volúmenes anteriores de critica: Discusión 
              (1932), Historia de la eternidad (1936). En ese contexto, 
              la Introducción es tolerable. En el contexto del lector 
              norteamericano, la publicación del libro es casi demencial. 
              Ofrece la imagen de un caballero argentino (al que los compiladores 
              presentan como gran escritor, critico y erudito) que es capaz de 
              despacharse toda la literatura norteamericana en menos de cien páginas 
              de cuerpo medio. Es cierto que los compiladores tratan de justificar 
              su locura, y hasta advierten al lector que Borges había preparado 
              originariamente estas observaciones para sus estudiantes, pero continúan; it is plain that the book deserves a wider distribution. This 
              English language edition was undertaken to make the work available 
              to English-speaking students everywhere. (p. vii). Aquí es precisamente donde se equivocan. Porque ¿qué 
              utilidad (otra que la de satisfacer una curiosidad por lo exótico) 
              puede tener para un lector norteamericano tal Introducción? 
              En su prólogo, Borges había indicado la intención 
              inicial del libro: "estimular el conocimiento de la evolución 
              literaria de una nación que forjó la primera constitución 
              democrática de los tiempos modernos". El contexto 
              de esta declaración es inequívoco: estimular entre 
              los lectores argentinos, no entre los lectores norteamericanos que 
              ya están suficientemente estimulados por la escuela, los 
              periódicos, los medios masivos de comunicación y hasta 
              la tradición familiar. En el mismo prólogo, Borges 
              señala el enfoque elegido ("lo esencial es lo estético") 
              y las limitaciones del librito: El reducido espacio de estos esquemas nos ha obligado a resumir 
              casi tres siglos de actividad literaria en un apretado volumen. 
              (...) Hemos preferido pues dejarnos guiar por la atracción 
              que ejercieron sobre nosotros las obras mismas, (p. 8). No se puede ser más franco: este es un esquema que refleja 
              las preferencias de sus autores. El plural que usa Borges no es 
              mera cortesía; cabe sospechar que algunos libros fueron leídos 
              sólo por Esther Zamborain de Torres. Pero hay más 
              en esas palabras del prólogo: ellas explican que el librito 
              concluya con dos Apéndices. En el primero se ordenan cronológicamente, 
              "Algunas fechas históricas", que pueden 
              ayudar al lector argentino pero que son, casi seguramente, superfluas 
              para el norteamericano. En el segundo se ofrece un "Mapa 
              literario de los Estados Unidos", con una clave que revela 
              qué autores nacieron en qué estado. Este Mapa ha sido 
              misericordiosamente suprimido en la traducción norteamericana. En cuanto al carácter argentino del librito original, bastará 
              decir que la primera línea del texto dice así:  Un crítico francés, Valéry Larbaud, amigo 
              de Güiraldes... (p. 9) Esto obliga naturalmente a los traductores norteamericanos a incorporar 
              una nota para explicar quién es "Güiraldes". 
              Debieron haber explicado que la referencia contiene también 
              un chiste privado. Al identificar a Larbaud como "amigo 
              de Güiraldes", Borges está haciendo alusión 
              al hecho de que el autor de Don Segundo Sombra creía 
              que Larbaud era un gran escritor porque era amigo suyo. En las Entretiens 
              avec Jorge Luis Borges, de Jean de Milleret (1967), aquél 
              atribuye a Güiraldes esta salida: "En fait de Valéry, je ne connais que Valéry 
              Larbaud", (p. 43) Pero no es ésta, la única ocasión en que Borges 
              se refiere familiarmente en la Introducción a autores 
              argentinos o hispanoamericanos, e incluso españoles, lo que 
              obliga a los traductores a sembrar el libro de notas sobre Darío, 
              Lugones, Neruda, Sarmiento (al que llaman, misteriosamente "Diego" 
              y cuyo Facundo califican, algo excesivamente, de "a philosophical 
              study of dictatorship"), Manrique, Rosas, Martín 
              Fierro, Eduardo Gutiérrez (al que atribuyen la adaptación 
              escénica de su novela Juan Moreira, que fue hecha, como es 
              notorio, por José Podestá) y sobre la poesía 
              gauchesca que es definida "Poetry inspired by the exploits 
              of the gaucho". Los errores que contienen estas notas se 
              explican porque los traductores son especialistas en literatura 
              francesa (Keating) e inglesa (Evans). El carácter parroquial de buena parte de las alusiones de 
              este librito de Borges no es el único inconveniente para 
              su traslado fuera de las fronteras argentinas. También lo 
              es el hecho de que Borges esté escribiendo una Introducción, 
              más o menos histórica, cuando sus intereses como crítico 
              no pueden estar más alejados de la historia literaria. Sus 
              ensayos han demostrado suficientemente que Borges es un lector brillante, 
              un lector privilegiado, un lector de poderosa imaginación, 
              pero que no es (ni pretende ser) un erudito, un historiador, un 
              crítico profesional. En una página sobre Groussac 
              se definió en 1929: Soy un lector hedónico: jamás consentí 
              que mi sentimiento del deber interviniera en afición tan 
              personal como la adquisición de libros, ni probé fortuna 
              dos veces con autor intratable, eludiendo un libro anterior con 
              un libro nuevo, ni compré libros -crasamente- en montón 
              (Discusión, 1957, p. 93) Es cierto que a partir de 1955, cuando empieza a desarrollar una 
              actividad más sistemática de conferencista y profesor 
              de literatura inglesa, Borges cambia un poco de costumbres y empieza 
              a sistematizar algo más su inmensa y caótica erudición. 
              Pero como esa sistematización coincide con la prohibición 
              de leer y escribir ya mencionada, su esfuerzo de sistematización 
              se ve seriamente amenazado. De hecho, lo notable en los cursos, 
              las conferencias y los ensayos de crítica de Borges es su 
              carácter arbitrario y personal. En el monumental cuaderno 
              de L'Herne, dedicado a su obra (1964), se incluye el testimonio 
              de sus alumnos que es muy revelador de sus métodos pedagógicos 
              y de su actitud crítica. Una alumna afirma no creer que Borges 
              sea "nunca objetivo, ni pueda serlo jamás". 
              Su visión le parece más de lector que de crítico. 
              También insiste en que "toma a veces por importante 
              lo que es importante para Borges y no para la literatura misma", 
              (p. 51). Estas observaciones me parecen aclarar el punto. Por eso parecen tan erróneos los esfuerzos de los traductores 
              norteamericanos por presentar el libro como obra de un erudito. 
              Repetidas veces hablan en el Prefacio de Borges como "un 
              scholar from another culture", o se refieren a que cada 
              página contiene "importante información", 
              como si esa información no estuviese por lo general al alcance 
              de cualquier enciclopedia, diccionario o manual norteamericano. 
              También aseguran que el librito es a delightful guide to the literature of the United States which, 
              despite its brevity, goes far beyond the scope of the ordinary textbook. 
              (p. x) Lo cual es también exagerado. Felizmente, un poco de cordura 
              se desliza de inmediato cuando observan: Surely Borges himself would consider it a trifle... (p. 
              x)  Pero la demencia los domina nuevamente;  ... -but if so it is an extremely useful and interesting trifle 
              from the pen of one of the world's truly erudite men of letters. 
              (pp. x-xi) La última línea hace pensar en un Edmond Wilson. 
              Como sabe todo lector de Borges, el escritor argentino es algo menos 
              y algo más que Wilson: su imaginación, aplicada sobre 
              todo a la especulación crítica, lo coloca muy por 
              encima de aquél; pero su erudición no soporta la comparación 
              con ningún verdadero especialista. El lo ha reconocido antes 
              que nadie y se ha burlado de los esfuerzos piadosos de los que quieren 
              convertir sus luminosas intuiciones críticas en un cuerpo 
              sistemático y erudito. Afirmar esto no es negar que la Introducción a la 
              literatura norteamericana tenga algún valor. Para el aficionado 
              a Borges, que conozca bien el resto de su obra crítica, puede 
              ser interesante recorrer este libro y encontrar, en medio de una 
              información muy simple pero manejada en forma interesante, 
              algunas fiases brillantes. Así, por ejemplo, dirá 
              de Poe:  Su vida fue breve y desdichada, si es que la desdicha puede 
              ser breve, (p. 18) De Huckleberry Finn observará: De este gran libro, que abunda en admirables evocaciones de 
              la mañana, de los atardeceres y de las pobres costas del 
              río, han nacido, con el tiempo, otros dos cuyo esquema es 
              el mismo: Kim (1901) de Kipling y Don Segundo Sombra 
              (1926) de Ricardo Güiraldes. (p. 28) De las relaciones de Emily Dickinson con su padre afirmará: lo amó con una reverencia que excluía toda intimidad, 
              (p. 31) Para señalar la diferencia entre Stephen Crane y Theodore 
              Dreiser, apunta: El primero imaginó la realidad; el último nos 
              deja la impresión de haberla estudiado, (p. 34) De los Cantos de Pound decreta: La obra es de difícil o imposible lectura, (p. 42) Hay más, y cada lector puede hacerse su antología 
              de frases más o menos felices. Pero un conjunto semejante 
              no constituye una adecuada Introducción al tema. Puede 
              servir como complemento de los ensayos y artículos que Borges 
              ha escrito y publicado en otras partes sobre estos mismos autores, 
              o sobre Hawthorne, Melville, James, Whitman, Bret Harte, Ray Bradbury 
              y tantos otros. Desde el punto de vista del lector norteamericano 
              hubiera sido más útil ofrecerle una antología 
              anotada de esos trabajos. En las notas de ese libro hipotético 
              se podrían haber transcrito tal vez algunas de estas frases 
              brillantes. Tal como ha sido ejecutada, la traducción y edición 
              norteamericana de la Introducción a la literatura norteamericana 
              es inexcusable." EMIR RODRÍGUEZ MONEGAL Yale University.   TRADUCCIONES NORTEAMERICANAS DE BORGES. Se indican sólo las traducciones en volumen 
              independiente; se dan los datos de la primera edición. De 
              casi todas hay reediciones en rústica. E.R.M. Labyrinths: Selected Stories and Other Writings.Compilado por Donald A. Yates y James E. Irby.
 Traducciones de los compiladores, Anthony Kerrigan, Harriet de Onís 
              y otros.
 New York, New Directions, 1961.
 Ficciones.Compilado por Anthony Kerrigan. Traducido por él y otros.
 New York, Grove Press, 1962.
 Other Inquisitions.Traducido por Ruth L. C. Simms.
 Austin, The University of Texas Press, 1964.
 Dreamtigers.Traducido por Mildred Boyer y Harold Morland.
 Austin, The University of Texas Press, 1964.
 A Personal Anthology.Compilada por Anthony Kerrigan. Traducido por él y otros.
 New York, Grove Press, 1967.
 The Book of Imaginary Beings.Compilado y traducido por Norman Thomas di Giovanni en colaboración 
              con el autor.
 New York, Dutton. 1969.
 The Aleph and Other Stories: 1933-1969.Compilado y traducido por Norman Thomas di Giovanni en colaboción 
              con el autor.
 New York, Dutton, 1970.
 Doctor Brodie's Report.Traducido por Norman Thomas Di Giovanni en colaboración con 
              el autor.
 New York, Dutton, 1971.
 An Introduction to American Literature.Traducida y anotada por L. Clark Keating y Robert O. Evans.
 Lexington, The University of Kentucky Press, 1971.
 Selected Poems: 1923-1967.Compilado y traducido por Norman Thomasdi Giovanni con la colaboración 
              de otros traductores, y del autor.
 New York, Delacorte Press, 1972.
 A Universal History of Infamy.Traducido por Norman Thomas di Giovanni,.
 New York, Dutton, 1972.
 E.R.M. |