|  | "Hacia un nuevo Rodó": Impresiones cambiadas con Roberto Ibáñez
 En Marcha, Montevideo, nº 343, 16/08/1946
 p. 21-23.
   Esta nota no se hubiera podido escribir sin la cooperación 
              del poeta Roberto Ibáñez, director de la Comisión 
              de Investigaciones Literarias, quien ha enseñado casi todo 
              el material documental del Archivo de Rodó a nuestro cronista, 
              facilitándole, además, unas precisas notas manuscritas 
              que permitieron la composición de este artículo. El primitivo título de esta nota (rechazado luego por su 
              ambigüedad) debió ser: Rodó a la vista. 
              A la manera de aquel título de Ortega y Gasset, tan finamente 
              comentado por García Morente (Lecciones preliminares de 
              filosofía, capítulo último). Porque, en 
              verdad, el resultado fundamental arrojado por el Archivo de Rodó 
              es el redescubrimiento de José Enrique Rodó, cuya 
              figura literaria y humana se alza ahora, completa y verdadera, como 
              si recién se acabara de descubrir: es decir, de redescubrir. Todas las anteriores aproximaciones a Rodó -algunas de ellas 
              bien intencionadas, otras valiosas, las más inútiles- 
              no habían llegado hasta la fuente misma de cada problema. 
              Quedaba siempre algo que ahondar, una hipótesis que verificar, 
              un documento que encontrar, una controversia que zanjar. Y no se 
              trataba de problemas insolubles o inagotables: se trataba de interpretaciones 
              o discusiones que el examen de un manuscrito, o de un testimonio 
              adecuado, resolvería. Pero eso no era posible; faltaban siempre 
              el dato último o la prueba incuestionable. Ahora, ese dato, 
              esa prueba están ahí.  Y no sólo eso: están, además, documentos insospechables, 
              íntimos, que arrojan una luz vivísima sobre la recatada 
              personalidad de Rodó, que confirman y aún superan 
              los enfoques más inteligentes, más cordiales, más 
              humanos. Rodó está ahí, plantado entero. El Archivo 
              -palabra que insinúa o propone una figura petrificada, pero 
              que en este caso acerca al hombre vivo- es el primer paso, es la 
              única base sólida y honesta de toda futura investigación. 
              Por eso se puede decir con seguridad, sin hipérbole: Rodó 
              a la vista.   La Comisión de Investigaciones Literarias El Archivo de Rodó es obra de la Comisión de Investigaciones 
              Literarias, cuya creación proviene de un anteproyecto redactado 
              por el profesor Roberto Ibáñez y oportunamente oficializado 
              por el Poder Ejecutivo (*). Esta Comisión 
              es un cuerpo integrado por varios ayudantes que trabajan con ejemplar 
              constancia bajo la dirección honoraria del autor del anteproyecto. 
              Ahora se halla instalada en el edificio de la Biblioteca Nacional, 
              pero depende directamente del Ministerio de Instrucción Pública. 
              Su finalidad, definida por el propio organizador, consiste en "reunir, 
              organizar y estudiar materiales relacionados con la vida y la obra 
              de nuestros escritores más valiosos, mediante la técnica 
              del manuscrito y el documento y la constitución de sendos 
              archivos". Esta Comisión constituye, como se ve, el 
              elemento fundamental para toda labor crítica responsable. 
              No es necesario encarecer lo que esto significa en nuestro país 
              y las perspectivas que abre.   El archivo de Rodó Mucho antes de que se pensara crear esta Comisión se había 
              puesto Ibáñez en contacto con los manuscritos y documentos 
              referentes a Rodó. En 1942, cuando el concurso organizado 
              por la Comisión Municipal de Cultura para la formación 
              del Ideario de Rodó -concurso que ganara el mismo 
              Ibáñez- éste había acudido a casa de 
              la hermana de Rodó, doña Julia, y había estudiado 
              allí los manuscritos conservados. Cuando la muerte de doña 
              Julia (en 1944) los manuscritos de su hermano pasaron a la Biblioteca 
              Nacional como un legado. La Dirección de la Biblioteca encomendó 
              entonces a Ibáñez la delicada tarea de organizarlos. El lector no puede hacerse una idea de lo que representaba esa 
              labor. Los manuscritos sumaban varios millares de piezas, distribuidas 
              en latas (algunas de ellas, de galletitas), en cajas, en baúles, 
              en mazos, etc. Constituían (con contadas excepciones) un 
              conjunto desordenado, caótico. El primer paso consistió 
              en la separación y clasificación de las piezas, para 
              lo cual fue preciso descifrarlas hoja a hoja, y ordenarlas en las 
              unidades primitivas (reales o presuntas) que integraban. Esta parte 
              de la tarea fue, indudablemente, la más delicada, la más 
              expuesta a errores, a falsos enlaces, a distracciones. El trabajo 
              inicial de separación resultaba fácil, comparado con 
              el de integración. En algunos casos la labor se hallaba facilitada 
              por la peculiar minuciosidad de Rodó (p. ej., los cuadernos 
              de copias de cartas, o el Diario de viaje), pero en la mayoría 
              de los casos la tarea fue ingrata y agotadora. Un ejemplo expresivo: 
              En momentos en que Rodó atravesaba una aguda crisis económica, 
              que se reflejó brutalmente en su espíritu, su Diario 
              aparece obsesionado por las cotizaciones de Bolsa. Para ubicar cronológicamente 
              esas piezas fue preciso revisar, día a día, las cotizaciones 
              oficiales en los diarios de la época.   Los manuscritos de Rodó Ese vastísimo material se halla hoy cuidadosamente clasificado 
              en más de veinte secciones. La reseña detallada de 
              las mismas excede los límites y las intenciones de esta nota, 
              pero cumple hacer una exposición suscinta, según una 
              clasificada por el mismo Ibáñez. Se puede dividir el material en tres grandes partes: Los manuscritos 
              de Rodó; Documentos de Rodó o sobre Rodó, y 
              Manuscritos -de valor literario o histórico- dirigidos a 
              Rodó. Los manuscritos de Rodó son de muy variado carácter 
              y soportan una subclasificación: 1º Según su naturaleza. Los hay de varios tipos. 
              Abundan los literarios, que abarcan casi todas las obras 
              éditas de Rodó (con la lamentable excepción 
              de los manuscritos de Motivos de Proteo, que se hallan en 
              el Perú, cuya restitución gestiona actualmente Ibáñez), 
              más una enorme cantidad de material inédito, que no 
              fuera aprovechado por Dardo Regules para su edición de los 
              Últimos Motivos de Proteo (1932) y que permitirá 
              la publicación de varios volúmenes más. Se 
              encuentran, también, muchas poesías, casi todas (como 
              se comprende) inéditas. Dentro de los documentos autobiográficos 
              se encuentran fragmentos de diarios de la infancia, la juventud 
              y la madurez. Ellos permiten seguir, interrumpidamente, la vida 
              interior de Rodó, permiten rectificar ese juicio vulgar, 
              inmediato (en el que incurrieron tantos estudiosos de Rodó), 
              que lo define como un hombre marmóreo, insensible; ellos 
              muestran su recatada y honda sensibilidad en la manera decorosa 
              pero desgarrada de estas páginas, absolutamente íntimas. 
              Como ya lo adelantara Ibáñez en su Ideario de Rodó, 
              "la serenidad no fue en él ausencia, sino disciplina 
              de la pasión". Estos documentos revelan qué dolorosa 
              fue esta experiencia disciplinaria. Revelan, además, sus 
              angustias económicas, la enorme desazón en algunas 
              crisis. Hay muchos documentos políticos y periodísticos 
              que atestiguan su actividad pública: discursos, informes 
              y proyectos, artículos firmados y sueltos sin firma. Hay, 
              finalmente, gran cantidad de cartas. Rodó era (ya se sabe) 
              muy minucioso y conservaba los borradores o las copias de las cartas 
              que dirigía, en unos cuadernos de tapas duras, de hojas rayadas, 
              -copiada cada carta con esa letra fea, de rasgos ásperos, 
              indóciles. 2º Según el grado de composición a que responden. 
              Se pueden clasificar en apuntes, borradores o redacciones definitivas. 
              Gran parte del material para los Nuevos Motivos de Proteo 
              no pasa del carácter de apuntes, algunos de ellos utilizables 
              sólo por el propio Rodó. Otros, en cambio, aparecen 
              como redacciones definitivas, enteramente aprovechables (aunque 
              Rodó hubiera podido desarrollarlas más aún). 
              Tal es el caso del pensamiento que se reproduce en estas páginas. 
              Pertenece a los Nuevos Motivos y es inédito. Observando 
              el manuscrito se puede ver cabalmente que hay dos momentos en la 
              redacción: la primera frase aparece aumentada por unas palabras 
              interlineadas que son del mismo tipo de tinta que la segunda frase. 
              Es evidente que el primer pensamiento se ha visto completado y enriquecido 
              poco después. Este es un sencillo ejemplo. (Por otra parte 
              se ha elegido un manuscrito claro para facilitar la reproducción). 3º Según el destino que corrieran. Vale decir, 
              anteriormente publicados o inéditos. Al través de 
              esta nota se ha indicado la abundancia de material inédito; 
              ello no debe hacer olvidar el material ya édito, de extraordinaria 
              importancia, como ser: los manuscritos de Ariel (acompañados 
              hasta de las pruebas de página), los del estudio sobre Darío, 
              los de El que vendrá, etc. 4º Según el estado de conservación. Aquí 
              cabe adoptar uno de estos dos criterios: el del estado material 
              de los documentos (en su mayoría bastante bien conservados, 
              pese al fabuloso desorden en que se hallaban) o el del estado de 
              composición, es decir, si son documentos totales o fragmentarios. 
              En muchos casos se ha podido establecer la continuidad de las distintas 
              hojas, pudiendo reconstruirse ensayos completos -principalmente 
              de los Últimos Motivos- que aparecen (algunos de ellos) 
              completamente divididos e inconexos en el libro de Regules, dándose 
              el caso de ensayos truncos cuya continuación ha sido generosamente 
              abandonada a otro ensayo, éste sí, efectivamente inconcluso.   Documentos de Rodó sobre Rodó Constituyen un grupo abigarrado que va desde una traducción 
              de Ariel al francés (parcialmente inédita) 
              hasta referencias periodísticas, estudios literarios, crónicas, 
              diplomas, etc. Esta documentación tiene mucho interés, 
              principalmente en lo que se refiere a la biografía y a la 
              historia de la crítica rodoniana, y es, como se comprende, 
              susceptible de aumentarse incesantemente. Un documento curioso es 
              el carnet de identidad que ofrece, con su habitual y súbita 
              petrificación, una faz abotagada, de carne pesada, la que 
              evoca rápidamente a un búho adormilado; esa misma 
              faz de algunos retratos de Rodó, pero sin la vana pompa de 
              la pose. Ya se sabe que esa apariencia física (tan maciza, 
              tan material) creó en Rodó un fuerte complejo de inferioridad 
              que aumentó su natural reserva. (El carnet facilita, también, 
              su altura exacta: un metro ochenta y tres centímetros).   Manuscritos -de valor literario o histórico- 
              dirigidos a Rodó  La documentación es muy abundante; se encuentran dedicatorias, 
              postales, tarjetas, cartas. El material más valioso lo constituyen 
              las cartas. Algunas de ellas son de especial interés, como 
              las de Darío, Unamuno, Francisco Giner, Juan Ramón 
              Jiménez, Varona, Herrera y Reissig, Leopoldo Lugones, Vaz 
              Ferreira, Jules Supervielle, Horacio Quiroga, José Eustasio 
              Rivera, Alfonso Reyes, etc. Se encuentran los originales de dos 
              cartas de Rubén Darío reproducidas parcialmente en 
              El archivo de Rubén Darío por Alberto Ghiraldo 
              (Losada, 1943): aquella en que el poeta solicita de Rodó 
              una colaboración para el número de "Noël" 
              de la revista Mundial, pidiendo al crítico que él 
              mismo fije la retribución y aquella otra donde Darío 
              aumenta dicha retribución (principescamente, según 
              cree en su ingenuidad) a 150 francos. (El lector curioso puede ver 
              ambas cartas en la obra citada, páginas 449 a 450). Pero 
              hay muchas cartas más. De una de ellas -la primera de Darío 
              a Rodó- se ofrece aquí al reverso. Hay una carta de 
              Francisco Giner, emocionante, dignísima, que ilustra magníficamente 
              la figura impecable de este maestro, de quien habló así 
              Machado:  
              
                ¿Murió?... Sólo sabemosque se nos fué por una senda clara,
 diciéndonos: Hacedme
 un duelo de labores y esperanzas.
 Sed buenos y no más, sed lo que he sido
 entre vosotros: alma.
 También hay una carta juvenil de Alfonso Reyes, en que éste 
              se dirige respetuosa y cariñosamente a Rodó, en su 
              propio nombre y en nombre de su padre. Está escrita con esa 
              frescura cordial, tan sin sombras, que caracteriza a la persona 
              de Reyes. Con estas cartas se podría constituir -cree Ibáñez- 
              un Archivo tan nutrido y tan valioso como el de Darío.   Hallazgos y conclusiones A lo largo de esta nota se han señalado casi todos los hallazgos 
              fundamentales de esta investigación preliminar. Se pueden 
              resumir aquí de la siguiente manera: 1º Cuadernillos de los Nuevos Motivos de Proteo, en 
              su mayoría bosquejos. Con estos cuadernillos y con los manuscritos 
              de Últimos Motivos, reordenados, se puede lograr una 
              edición de los Nuevos Motivos que sea fiel al pensamiento 
              y al estilo de Rodó. Esta edición podría integrar 
              varios volúmenes de las Obras Completas de Rodó. Con 
              ese objeto Losada se ha dirigido a Ibáñez. 2º Diario íntimo, que documenta, especialmente, las 
              penurias y las angustias de Rodó, perseguido y explotado 
              por usureros; diario que ofrece una imagen vivísima del hombre. 3º Cartas de amor, pertenecientes a la edad juvenil. Arrojan 
              una nueva luz sobre la sensibilidad tan mal interpretada de Rodó. 4º Apuntes de viaje, desde la salida de Montevideo, el 14 
              de julio de 1916, hasta el 27 de abril de 1917, cuatro días 
              antes de morir. Estos Apuntes sirven de complemento a los artículos 
              recogidos en el volumen El camino de Paros (1918) y se completan, 
              a su vez, con las postales que enviara Rodó a sus familiares, 
              desde los distintos puertos de su escala. El examen de los documentos consultados -ha escrito Ibáñez- 
              certifica una presencia humana ejemplar. Asombran, -agrega- la integridad, 
              la pureza que, desde la niñez hasta la muerte, son entrañable 
              privilegio de Rodó. Pero esta intimidad nos lo presenta, 
              muchas veces, atormentado y doloroso. Esas palabras de quien ha estudiado con amor, con rara penetración, 
              a Rodó resumen exactamente la conclusión humana de 
              esta fundamental investigación. 
 (*) En las notas manuscritas facilitadas por 
              Ibáñez se hace constar "la valiosa colaboración 
              del Dr. Folle Juanicó", y se agrega: "La expresión 
              es justa. E insospechable, tanto por mi conocida posición 
              política como por el hecho de que la persona referida no 
              integra ya los cuadros oficiales". Volver   |