ANNA SEGHERS: La séptima 
                cruz (Das Siebte Kreuz). Traucción de Wenceslao 
                Roces. Editorial Nuevo Mundo, México, 1843, 484 páginas. 
              
              "Ana Seghers ha cumplido la odisea de los europeos antinazis. 
                En 1938 se trasladó a Francia huyendo del gobierno que 
                quemaba sus libros; cuando se produjo la ocupación alemana 
                de aquel país, consiguió escapar hacia América. 
                Las autoridades norteamericanas de inmigración no toleraron 
                su entrada en los Estados Unidos. Con sus dos hijos, la señora 
                Seghers se refugió en México; allí reside 
                actualmente. Ha escrito contra el régimen nazi sus dos 
                últimas novelas: La séptima cruz y Visado 
                de tránsito. La primera de ellas es el objeto de esta 
                nota.
              La séptima cruz es una novela de combate; pero 
                no es un mero alegato bien intencionado. Anna Seghers ha intentado 
                dar a su obra una sólida construcción novelística 
                que fortalezca más su mensaje. Para ello ha evitado (con 
                suma discreción) el discurso crítico y ha puesto 
                en su lugar la acción democrática. Ha evitado la 
                repetida y minuciosa descripción de las brutalidades nazis; 
                ha dado, en cambio, una exacta realidad al ambiente de angustia, 
                de súbita delación, de terror inminente que se padecía 
                en el Tercer Reich.
              La acción de La séptima cruz transcurre 
                en Alemania, en el otoño de 1936 y narra la fuga de siete 
                hombres del campo de concentración de Westhofen; en realidad, 
                narra la fuga de uno de ellos, Georg Heisler, el único 
                que triunfa en su empresa. La acción comienza pocos instantes 
                después de iniciada la fuga y termina cuando Heisler está 
                ya en camino hacia Holanda; en muchos momentos se retrocede para 
                informar al lector sobre la historia de sus personajes. Toda la 
                novela está concentrada en las alternativas de anonadamiento, 
                confianza e indiferencia que ocupan el espíritu de Heisler, 
                quien pasa desde la soledad absoluta de los primeros minutos de 
                la evasión hasta la vigilante compañía de 
                todos los que -directa o indirectamente- contribuyen al éxito 
                de su empresa y se solidarizan con él. Para realizar tal 
                tema Anna Seghers moviliza una enorme cantidad de personajes y 
                entrelaza una acción compleja cuyo centro natural es Heisler, 
                pero cuyo resorte espiritual es Wallau, el que planeara e inspirara 
                la fuga. La novela tiene, pues, dos cometidos: reseñar 
                cumplidamente la conmoción de Heisler y enlazar a todos 
                los personajes en sus múltiples contactos con éste. 
                Por medio de diestros recursos la autora equilibra ambas tareas, 
                sin olvidarse, además, de crear el suspenso necesario, 
                evitando que la tensión inicial se debilite o se vuelva 
                puramente mecánica. (Hay quienes se preguntan si es legítima 
                -si es válida del punto de vista artístico- la emoción 
                casi física que el suspenso provoca y mantiene; también 
                se preguntan si al echar mano a este recurso el autor no cuenta 
                demasiado con la obligada complicidad del lector, que se siente 
                arrastrado y no puede negar su cooperación. Bueno, hay 
                quienes preguntan demasiadas cosas).
              El resultado visible de La séptima cruz es doble. 
                Por un lado traza un cuadro completo de un importante sector del 
                pueblo alemán en 1936, en una exposición que es 
                todo lo imparcial que la declarada parcialidad de su autora puede 
                permitir. (Toda esta parte de la novela tiene, o pretende tener, 
                un valor documental). Por otro lado, el libro expresa la convicción 
                democrática de una parte del pueblo alemán y dibuja 
                simbólicamente su resistencia al régimen que, desde 
                el año 1933, lo oprimía. Dicha resistencia está 
                expresada en el mensaje que encierra la novela
                y que es resumible así: Basta que se produzca una falla 
                en la omnipotencia para que el pueblo oprimido sepa que no está 
                vencido, que la lucha puede seguir. La falla es, en este caso, 
                la exitosa evasión de Heisler.
              Para manejar todo este vasto y heterogéneo material Anna 
                Sesos. Desde un punto de vista estrictamente literario su novela 
                está cuidadosamente pensada y cuidadosamente ejecutada. 
                Es inghers utiliza toda clase de recurcierto, sin embargo, lo 
                que dijo con vasta ignorancia el cronista de la "Saturday 
                Review of Literature" ("No solamente la contribución 
                más importante a la literatura mundial que, hasta la fecha, 
                haya hecho cualquier escritor alemán en el destierro, sino 
                uno de los libros más notables que han surgido de estos 
                tiempos de caos y de peligro mortal"), Pero es cierto 
                que se trata de una buena novela, cuyas virtudes ya he enumerado. 
                Tiene defectos de toda Índole que se pueden resumir así: 
                algunos personajes desdibujados (p. ej., uno de los principales, 
                Franz Marnet); algunos escamoteos de lo que importaba (el interrogatorio 
                de Paúl Roeder por la Gestapo); algunas casualidades molestas 
                (el episodio de Heinrich y Elli); algún simbolismo torpe 
                (la figura de Ernst, el pastor). Ninguno de los defectos mencionados 
                invalida la eficacia general de La séptima cruz; 
                son defectos circunstanciales que no afectan su conjunto y en 
                esta novela la importante es el conjunto. Su principal valor radica 
                en su condición de documento contemporáneo.
              Nada se puede decir de su estilo ya que esta traducción 
                tiene como único mérito visible el ser directa. 
                Además, su lectura se dificulta por estar empedrada de 
                mejicanismos (algunos lectores se verán desorientados momentáneamente 
                al no reconocer en una "chamarra con cremallera" 
                a la frecuentada campera con cierre metálico)."
              EMIR RODRÍGUEZ MONEGAL