"La lectura de El asesino desvelado 
                plantea para el lector corriente un curioso problema de apreciación, 
                en el que la perplejidad inicial puede convertirse hacia el final 
                en absoluto rechazo o (lo que es más improbable) en aceptación 
                gozosa. Una novela policial -aunque sea "la primera novela 
                policial escrita en idioma español", como indican 
                servicialmente sus editores- no parece ser susceptible de crear 
                tales opuestas reacciones. Sin embargo, esta novela las crea.
              Para una lectura atenta pero no desconfiada, El 
                asesino desvelado es una broma de mal gusto. En una colección 
                en que algunos buenos títulos (de Blake, de Innes, de Cain, 
                de Greene) alternan con obras irregulares, pero siempre decorosas, 
                este asesino de Amorim (vacilando entre el epigrama trivial 
                y la ausencia de rigor intelectual) parece absolutamente fuera 
                de lugar. Las tediosas aventuras de Tito Hassan, su presunto crimen 
                (el lector en seguida descubre, entre bostezos, el truco de esta 
                escena), sus súbitos e ingobernables entusiasmos amorosos, 
                la solución final, tan efectista, tan fatigosamente previsible, 
                no merecen mayor mención. En cualquier ciudad, cualquier 
                cinematógrafo ofrece cualquier película policial, 
                cuyo argumento es capaz de competir en arbitrariedades, en desinterés, 
                con el de esta novela. Al terminar la obra el lector se pregunta 
                por qué Amorim compromete sus públicos prestigios 
                para emprender una tarea tan innecesaria. No hay respuesta. O 
                si la hay es conjetural: Amorim no sabe resistir a las tentaciones 
                fáciles; Amorim, todos los saben, dirigió a María 
                Duval en "Casi un sueño".
              Ya he dicho que esta es una lectura no desconfiada; las reacciones 
                apuntadas son el producto de esa actitud ingenua. Pero hay otra 
                posible lectura. El lector perspicaz al correr de las páginas 
                va descubriendo un oculto sentido, encerrado en el más 
                visible "como el hueso en la fruta". Ese lector 
                descubre que El asesino desvelado no es una novela policial: 
                es una parodia del film policial corriente. Calladamente, con 
                un total espíritu de sacrificio, Amorim ha multiplicado 
                las tonterías, los absurdos al través de las 141 
                páginas del libro, no importándole ser incomprendido, 
                despreciando la lectura ingenua. Su absoluto sacrificio le ha 
                obligado a no indicar en ningún lado, y menos en un prólogo 
                escandalosamente visible (tentación que el púdico 
                Cervantes no resistió), la secreta intención del 
                libro, su mensaje esencial. Amorim sabía que la primera 
                reacción del lector sería de rechazo y escarnio; 
                afanosamente buscaba esa primera reacción porque pensaba 
                que su sacrificio no sería estéril y que la verdad 
                se impondría; pensaba valientemente que El asesino desvelado, 
                con su doloroso y trágico ejemplo, liquidaría de 
                una vez esa despreciable literatura policial del cinematógrafo. 
                Su secreto afán lo impulsó además a fraguar 
                un estilo que fuera, en cierto sentido, equivalente al de los 
                films aludidos. Creó, dolorosamente, frases como ésta: 
                "Los guardianes -cosa increíble- no ignoraban que 
                la mañana es la doncella de la tierra y que se asoma virgen 
                hasta las más recónditas celdas" (pág. 
                83), o como esta: "las puertas de resorte del bar espetaron 
                a tres marineros resueltamente borrachos. Tres marineros griegos 
                que se insultaban en seis idiomas" (pág. 16). 
                Como se puede ver, de acuerdo con esta interpretación, 
                el sacrificio fue total. Cumple esperar con calma sus frutos."