REX WARNER: Hombres de piedra 
                (Men of Stones). Traducción de María Antonia 
                Oyuela. Buenos Aires, Emecé Editores, 1951. 182 pp.
              "Leída superficialmente, esta novela sólo 
                se propone contar una aventura inusual: la representación 
                de King Lear en un establecimiento penal que gobierna un 
                autócrata vagamente balcánico. (Cuando se ignora 
                la exacta ubicación de un país europeo de ficción 
                es prudente llamarlo balcánico). Esta aventura es el pretexto 
                para una historia de torturas y crímenes políticos 
                de despotismo y ansia de poder, de escaramuzas eróticas 
                y discusiones sobre la libertad. Una lectura más atenta 
                permite reconocer bajo la máscara anecdótica la 
                historia real: el mundo contemporáneo dividido entre las 
                fuerzas del bien y las del mal, la locura totalitaria que lo invade 
                todo, el combate por la libertad del hombre que se libra día 
                a día en el mundo. O dicho con otras palabras: una lectura 
                más atenta permite reconocer el género al que pertenece 
                esta obra. No es una novela, sino una alegoría.
              Reconocida la filiación alegórica de la obra, nadie 
                puede extrañarse de que el valor anecdótico del 
                libro sea escaso o que el interés de un lector corriente 
                pueda evaporarse en los primeros capítulos. El fuerte de 
                Rex Warner no es la creación de caracteres o la invención 
                de situaciones dramáticas, sino la discusión precisa 
                de conceptos humanos y políticos, la invención de 
                situaciones fuertemente simbólicas y aleccionadoras. Lo 
                que Warner quiere es trasmitir un mensaje; decir su verdad. El 
                mundo contemporáneo le parece reducido a una serie de figuras 
                simbólicas: un aeródromo o una cárcel. Los 
                problemas humanos inmediatos aparecen, allí debatidos en 
                términos extremos. La realidad cotidiana, aunque esté 
                dibujada con nitidez, se desintegra. Desaparecen los personajes, 
                desaparecen las ciudades; quedan sólo los términos 
                abstractos, las entidades intelectuales. Y es por este capacidad 
                puramente intelectual que se distingue Warner de su maestro en 
                alegorías, de Franz Kafka. En el notable novelista checo 
                la realidad, aunque onírica, aunque pesadillesca, conserva 
                su peso y color, su fuerza de atracción, su mediocre angustia. 
                Nunca se está ante meros símbolos sino antes situaciones 
                que también son simbólicas. La pasión que 
                pone Kafka rescata su obra de este mundo gris de abstracciones 
                en que se mueve, con tanta precisión y buenos modales, 
                Rex Warner."