"Correspondencia sobre Milón o 'El Ser 
              del Circo' por Francisco Espínola " 
              En Marcha, Montevideo, Nº 779, 1955, p. 20-21,23
             
              "Estimado Emir Rodríguez Monegal:
                No me impulsa a escribirle el afán de defender a un amigo 
                de una crítica que considero injusta y 
                equivocada, sino sólo el deseo de señalarle, con 
                toda cordialidad, ciertas fallas de información y de método 
                que Ud. mismo no dejará de reconocer como peligrosas. Me 
                refiero a la nota que publicó Ud. en el número 
                777 de Marcha, sobre el libro de Francisco Espínola, 
                Milón o el ser del circo, y a lo que en ella dice 
                acerca del mismo Espínola y acerca de Croce.
                Como Ud. sabe, yo no pertenezco al número de sus detractores. 
                Al contrario: aprecio la posición que Ud. representa en 
                la crítica nacional y admiro la valentía con que 
                la defiende frente a las alternativas corrientes. Por esto, aunque 
                mis estudios me impiden ocuparme de los problemas inmediatos y 
                cotidianos de la crítica militante, sigo siempre con mucha 
                atención sus notas.A veces estoy de acuerdo con ellas y 
                otras ceces no puedo estarlo, pero ellas nunca me sorprenden. 
                En cambio, la crítica sobre Espínola me ha sorprendido: 
                creo que no ha logrado Ud. explicar, valorar y situar su libro. 
                En verdad, Marcha ya había dado prueba de incomprensión 
                para con esta obra, en ocasión de la publicación 
                de un fragmento de ella en la revista Azul. Pero Ud. va 
                mucho más allá y llega hasta una negación 
                radical de todos sus aspectos positivos.
                Quizás no haya sido éste su propósito, más 
                la impresión que su nota deja es que se trataría 
                de una simple recopilación de ideas ajenas y, además, 
                superadas. Ahora, esto es enteramente inexacto: lo que distingue 
                la obra de Espínola y la coloca fuera de lo común 
                es, precisamente, el pensamiento personal y genuino que en ella 
                se expresa. Usted cree que la tesis fundamental de este pensamiento 
                refleja (reproduce o "parafrasea") una tesis de Croce: 
                Espínola, como Croce, afirma que la obra de arte no es 
                exterior sino interior a los hombres que la crean o, contemplándola, 
                la recrean. En efecto; sólo que aquí ha caído 
                Ud. en un fácil espejismo: no se trata de una tesis de 
                Croce, sino de una posición permanente en la estética, 
                que, si se quiere, puede encontrarse ya en Plotino. Puesto que 
                sólo hay tres posiciones posibles (la obra de arte es interior, 
                o exterior, o al mismo tiempo interior y exterior), cualquier 
                pensador debe estar de acuerdo con una de ellas, sin que esto 
                implique "influjos", "imitación", "plagio", 
                etc. Lo que la posición señalada sostiene es, por 
                otra parte, perfectamente razonable: ella afirma que la obra de 
                arte no es tal como cosa, sino sólo en cuanto se contempla 
                como arte.
                Pero en realidad, el problema central que Espínola plantea 
                es otro. No es el problema de qué es el arte, ni 
                de qué o cómo es la contemplación, 
                sino el de cómo ha de ser la contemplación. 
                Lo que Espínola exige es que la contemplación sea 
                enteramente desinteresada, es decir, que no se confunda 
                el arte con la vida y que el contemplador no se deje guiar, en 
                la apreciación de la obra, por el mundo exterior y por 
                sus pasiones vitales, sino sólo por la obra misma. Esto 
                significa exigir que la obra de arte se considere como tal, y 
                no como otra cosa, y, evidentemente, nada tiene que ver con la 
                teoría croceana de la expresión. Extraña, 
                pues, que Ud. se ocupe, tan largamente en refutar esa teoría.
                Mas supongamos que la teoría de la expresión venga 
                al caso. Ahora, hay que observar que se trata de una posición 
                filosófica y, por lo tanto, permanente. Ella no puede juzgarse 
                en términos de actualidad o inactualidad cronológica. 
                Que Croce haya publicado su Estética en 1902 y que 
                haya otras estéticas más recientes, no tiene ninguna 
                importancia y no significa que éstas sean superiores a 
                aquélla. En filosofía, las ideas de Platón, 
                anteriores a las de Croce, son tan actuales como las del último 
                tratadista alemán. Con todo, puesto que su fuerte anti-croceana 
                es Listowel, conviene señalar que los tratadistas citados 
                por este autor (Volkelt y Dessoir) no son tan "recientes" 
                sino, justamente, contemporáneos del primer Croce. El Sistema 
                de estética de Volkelt se publicó en 1905, y 
                la Estética y ciencia general del arte de Dessoir 
                en 1906. No hay que confundir la cronología de nuestra 
                información acerca de los autores con su cronología 
                real. Por otra parte, Croce ha seguido sosteniendo las mismas 
                ideas hasta sus últimos años, y, por consiguiente 
                aun desde el punto de vista cronológico, ellas deben considerarse 
                como recentísimas.
                En segundo lugar, aunque el vínculo entre Espínola 
                y Croce fuera efectivo y directo, que no lo es, ello no sería 
                motivo para invalidar la obra de Espínola. La coincidencia 
                en el pensamiento no constituye "imitación". 
                El mismo Croce ha señalado varias veces que, si alguien 
                hace suyas las ideas de otros y las piensa realmente, ellas son 
                tan suyas como del otro. El pensamiento, si es pensamiento efectivo, 
                es siempre original.
                En tercer lugar, el pensamiento se critica como tal, desde el 
                punto de vista de su coherencia interna, de sus fundamentos, de 
                la validez de sus efectos, y no sobre la base de "autoridades" 
                y "tratadistas" pues con esto sólo se dice que 
                otros no piensan lo mismo, lo cual se puede comprobar acerca de 
                cualquier idea, y sobre todo acerca de las provechosas e importantes.
                De todos modos, si se quiere oponer un pensamiento a otro, ello 
                puede hacerse, pero entonces debe ser un pensamiento que se halla 
                en el mismo plano. Es fácil comprobar que las llamadas 
                estéticas empíricas no suelen estar de acuerdo con 
                las filosóficas, pero esto ocurre también porque 
                se trata de disciplinas distintas, que no son comparables, pues 
                plantean problemas esencialmente diversos. A Croce se puede oponer, 
                por ejemplo, el pensamiento de Dewey, pero no el de Listowel o 
                de Kainz, cuya existencia es dudosa. En efecto y lamentablemente-, 
                las autoridades que Ud. cita no son autoridades. El libro de Listowel 
                libro superficial y malo, si los hay, que no excelente, 
                como Ud. dice- es en gran parte una colección de trivialidades 
                y disparates. Así, por ej., el conde deforma totalmente 
                el pensamiento de Gentile (pp. 16 y 148 de la traducción 
                española): el arte es, según Gentile, el momento 
                subjetivo del espíritu, y no el "sentimiento" 
                en el sentido psicológico corriente, como cree Listowel, 
                a pesar de que el filósofo italiano advierte explícitamente 
                contra tal interpretación (La Filosofía dell'arte, 
                2ª. Ed., p. 144). Siguiendo a Basch, Listowel critica absurdamente 
                a Kant (p. 60), confundiendo la universalidad "exigida" 
                del juicio estético con la universalidad estadística. 
                Y lo que dice acerca de Hume (p. 163) hace dudar seriamente de 
                que Listowel haya jamás leído a ese filósofo. 
                En cuanto a su crítica de Croce, se trata de un monumento 
                de incomprensión. A Croce le pasa lo que a muchos filósofos: 
                se le critican ideas que no son suyas. Lo que se hace es crear 
                un Croce imaginario, al que luego se critica ásperamente, 
                demostrando la inconsistencia de su pensamiento. Al final de la 
                crítica, los "tratadistas" se quedan muy contentos 
                y convencidos de haber destruido a Croce. Pero lo que en realidad 
                han hecho ha sido sólo destruir sus fantoches, sus propios 
                pensamientos, erróneamente atribuidos a Croce. Tal ocurre 
                con la doctrina de la "subjetividad" y de la "expresión". 
                Los "errores gruesos" de que habla el buen Listowel 
                son errores suyos, y no de Croce. Los "tratadistas", 
                y Listowel con ellos, entienden que se trata de este o aquel sujeto 
                particular, mientras que Croce habla del "sujeto universal", 
                o sea, del espíritu en cuanto creador. Listowel 
                confunde, además, la "expresión " de Croce 
                (idéntica a la intuición fantástica) con 
                la "objetivación", es decir con lo que el filosofo 
                italiano llama "comunicación", y la expresión 
                poética con la exteriorización inmediata y primaria 
                de los sentimientos (a la que Croce llama "interjección"). 
                Con esto no quiere decir que Croce sea infalible o incriticable. 
                Pero la validez de su pensamiento no puede negarse por el mero 
                hecho de que un Listowel cualquiera demuestra no entenderlo. Ninguna 
                crítica seria puede fundarse en la frágil doxa de 
                un hombre tan herméticamente cerrado a la filosofía 
                como es Listowel. 
                En cuanto a Kainz, no es ninguna gran autoridad en la materia, 
                a pesar de lo que dice la solapa de la traducción mejicana. 
                Es un psicólogo vienés, filosóficamente poco 
                dotado, que ha publicado bajo forma de libro ("para los estudiantes", 
                como él mismo informa) una serie de apuntes, más 
                bien desligados y confusos, acerca de varios problemas "estéticos" 
                o pretendidos tales. Lo de que cita una sola vez a Croce no significa 
                nada (también a Dewey, si no me equivoco, lo cita una sola 
                vez, de segunda mano, y a propósito de algo que tiene muy 
                poco que ver con la estética). A esto se puede oponer que 
                tampoco Croce cita a Kainz, con la diferencia de que Croce conoce 
                a los autores de habla alemana, mientras que Kainz evidentemente 
                ignora a los italianos. Lo que dice acerca de Croce y Vico lo 
                demuestra plenamente: Croce no niega el "padrinazgo" 
                de Baumgarten con respecto a la estética; lo que sostiene 
                es la superioridad del pensamiento de Vico. En cuanto a Baumgarten, 
                pensador muy mal entendido por Kainz, este autor habría 
                podido leer con provecho la valoración que de aquél 
                ha dado Croce, en obras más recientes (Ultimi Saggi).
                Por otra parte, lo sostenido por Kainz acerca de la contemplación 
                de lo bello no tiene nada que ver con la teoría croceana 
                de la expresión, y tampoco puede oponerse a lo sostenido 
                por Espínola. Los planos en que se mueven Kainz y Espínola 
                son inconmensurables: Kainz se refiere al plano abstracto de lo 
                "bello" (que, además es categoría y no 
                objeto de la contemplación), mientras que Espínola 
                se refiere al plano concreto del arte; Kainz se sitúa en 
                un plano descriptivo, mientras que el de Espínola 
                es claramente normativo. Pero, admitiendo que las dos mayorías 
                puedan de algún modo reducirse a un denominador común, 
                ¿de dónde deduce Ud . que lo dicho por Kainz niega 
                lo dicho por Espínola? Kainz afirma que la contemplación 
                (de lo bello) es aportación del sujeto que la vive y 
                que, al mismo tiempo, es vivida como si el sujeto la recibiera 
                simplemente. Espínola, sobre una base más coherente, 
                sostiene que la obra de arte no está en la "cosa" 
                sino en el sujeto que la re-crea en sí mismo y que, 
                para re-crearla, el sujeto debe colocarse en las condiciones óptimas 
                que le permitan recibirla simplemente, como obra de arte. 
                Espínola habla de un esfuerzo, pero se trata de una preparación 
                a la contemplación, y no de un esfuerzo en la contemplación. 
                Esto, por otra parte, no significa que Espínola conciba 
                al contemplador como espejo pero lo entiende como re-creador de 
                la obra y le exige atención. El espejo no es atento: 
                es indiferente. No se trata, pues, de "impasibilidad". 
                Lo que Espínola exige es algo muy distinto: es la pureza 
                de la emoción estética como tal. Conste que yo no 
                estoy enteramente de acuerdo con Espínola. Pienso que la 
                emoción frente a la obra de arte, la emoción concreta, 
                no es ni debe ser como quisiera Espínola. La obra de arte 
                no es sólo arte, no conmueve sólo por ser arte y 
                no conmueve sólo al contemplador esteta (el homo aestheticus 
                es un monstruo imaginario, el arte "puro" una aberración, 
                y la contemplación pura una imposibilidad). Por ello pienso 
                que, para abordar la obra en su totalidad, hay que aceptarla primero 
                entera, con todo lo que ella contiene . La emoción simplemente 
                estética existe, sin duda, mas sólo como conquista 
                final, como resultado de un deslinde deliberado en la multiforme 
                emoción primaria, y no entiendo por qué habría 
                que "prepararse" para recibir obras que quizás 
                no lo merezcan. Nos "preparamos" es decir, deslindamos 
                la emoción simplemente estética- sólo cuando 
                y si la obra ya nos ha hablado. Pero esto no significa que las 
                ideas de Espínola sean erróneas y las mías 
                verdaderas ni que yo esté más de acuerdo y más 
                al día con los tratadistas alemanes. Significa sólo 
                que adoptamos posiciones distintas. De todos modos Espínola 
                señala un peligro real: el de que la contemplación, 
                en el contemplador no educado, no contenga siquiera la componente 
                estética, o de que ésta quede sumergida por emociones 
                de otra naturaleza.
                Prefiero no hablar del paralelismo que Ud. establece entre Espínola 
                y Valery, porque esto implicaría una larga discusión 
                acerca de las capacidades especulativas de este "poeta-filósofo", 
                en mi opinión más exiguas aún que sus capacidades 
                poéticas, que no son conspicuas (en lo cual no creo concordar 
                con Espínola). Pero no puedo dejar de referirme a lo que 
                Ud. dice con respecto al estilo de Espínola. En primer 
                lugar, no está Ud. de acuerdo con quien atribuye fuerza 
                dramática al diálogo Milón, y este 
                desacuerdo me parece acertado. Pero ¿por qué el 
                enfoque negativo? Esto es como observar, mutatis mutandis, 
                que la Etica a Nicómaco "no tiene valor novelístico" 
                y que el Discurso del Método "carece de liricidad". 
                El diálogo de Espínola es de índole especulativa, 
                no dramática, y, por lo tanto, no tiene por qué 
                tener "fuerza dramática". Además, señala 
                Ud. que, desde el comienzo, los personajes de Espínola 
                emplean un lenguaje demasiado estilizado y complejo. Ahora. Ud. 
                no ignora que Espínola sabe escribir en liso y llano lenguaje 
                castellano y que, si quiere, puede también emplear "el 
                lenguaje consuetudinario de la rúa". Por ello podía 
                Ud. pensar que el lenguaje debía de tener su función, 
                en un escritor tan atento. Y, en efecto, la tiene. El lenguaje 
                "estilizado" coloca el diálogo desde el 
                comienzo, naturalmente- en un plano ideal: indica que no 
                se trata de una charla ocasional, de un cambio de ideas entre 
                amigos, y que los "personajes" no son personajes, sino 
                "posiciones ideológicas".
                En cuanto a la valoración de la obra de Espínola, 
                es evidente que Ud. no la hace y ello me parece muy lamentable. 
                Yo no soy miembro de la AUDE y no tengo nada que ver con los premios 
                municipales, pero, teniendo cierta familiaridad con los problemas 
                estéticos, he leído el libro de Espínola 
                "con atención y sin intención" y pienso 
                que pocas veces un premio se habrá otorgado con tanta razón. 
                Ud. mismo afirma que el diálogo es una obra "de singular 
                calidad" pero luego le niega todas las cualidades para reconocerle 
                sólo una que no dice: la de ser "introducción 
                esencial" a la lectura de Espínola. En realidad, el 
                diálogo no introduce al resto de las obras de Espínola, 
                porque se trata de un ensayo con intentos normativos, para el 
                contemplador, y no de una exposición de tema acerca del 
                arte o de la creación. Y no puede introducir al "mundo 
                imaginario" de Espínola, porque un mundo imaginario 
                es un mundo de imágenes, y Milón es obra de sicología. 
                Además ¿qué "enorme interés" 
                podría tener, como introducción a la obra de un 
                creador, esta "filosofía del circo", si realmente 
                sólo sostuviera algunas ideas trilladas, "superadas" 
                y "erróneas".
                Todavía unas preguntas finales. ¿Cree Ud. que los 
                libros como el de Espínola son frecuentes en el Uruguay? 
                ¿¿Cree Ud. que, si no son frecuentes, no merecen 
                otra atención? ¿ Piensa Ud. de veras que una obra 
                tan "singular" merecía una crítica tan 
                singular? Con mucha amistad, y no lo tome a mal, que todo lo dicho 
                se ha dicho para bien.
                Eugenio Coseriu.
              
              
              
                Estimado amigo Coseriu:
                Si yo no hubiera leído con más atención que 
                Ud. mi nota sobre Francisco Espínola (Marcha, 
                agosto 19, 1955) me habría convencido de inmediato su argumentación, 
                tan nítidamente expuesta está. Pero creo que a Ud. 
                le pasó conmigo lo que (salvadas las distancias) le pasa 
                a los anti-crocianos con Croce. O para decirlo con Ud: "A 
                Croce le pasa lo que a muchos filósofos: se le critican 
                ideas que no son suyas. Lo que se hace es crear un Croce imaginario, 
                al que luego se critica ásperamente, demostrando la inconsistencia 
                de su pensamiento. Al final de la crítica, los "tratadistas" 
                se quedan muy contentos y convencidos de haber destruido a Croce. 
                Pero lo que en realidad han hecho ha sido sólo destruir 
                sus fantoches, sus propios pensamientos, erróneamente atribuidos 
                a Croce." Permítame que lo invite a discutir lo 
                que sí dije.
              ESPÍNOLA Y CROCE
              Jamás dije que Espínola "refleja" 
                a Croce, o que se puede hablar en su caso de "imitación" 
                o de "plagio", palabras todas que Ud. emplea 
                entre comillas como si fueran utilizadas por mí. Demasiado 
                sabe Ud. que la técnica de la cita no permite estos deslices. 
                Lo que sí dije es que el punto de vista expuesto en una 
                parte de Milón por Espínola es de "filiación" 
                crociana o que "deriva" de Croce, lo que es distinto 
                y muy legítimo. El que Plotino haya dicho antes lo que 
                dijo Croce es un problema cronológico aparte. 
                Yo señalé (con cita de Espínola y de Croce, 
                Aesthetica in Nuce, p. 1-18 de la traducción argentina, 
                1943) una relación de semejanza ideológica con el 
                estético italiano y esto hasta para su filiación. 
                En cuanto a una filiación más detalladas la podrá 
                determinar Ud. mismo si se toma el trabajo de releer el texto 
                de Espínola en las páginas 66 (palabras de Hipólito), 
                71 (habla Néstor) y 75 que copio para ilustración 
                de todos, Néstor enseña a Helena el significado 
                de la prueba de los trapecistas y le advierte que no la confundan 
                con el arte: "¡Sobre todo tú, Helena, no 
                vayas a confundirte ahora, por el cielo! Aquí, ya, nada 
                de transfiguraciones de la realidad, nada de traslación 
                de sentido ni de simbólica participante... ¡Oh, nada 
                de expresión!" Es decir: nada de arte, siendo 
                para Espínola (como para Croce el arte expresión.
                Pero hay más. La misma distinción que reiteradamente 
                trata de establecer Espínola entre los seres de la realidad 
                (del circo) y los del arte y que le sirve para fundamentar 
                su teoría de la impasibilidad del contemplador de 
                la obra estética- puede encontrar su fundamento en una 
                distinción que Croce explana en su Aesthetica in Nuce 
                (ed. cit., pp. 100/01): la diferencia del sentimiento contemplado, 
                o poesía con respecto al sentimiento actuado o sufrido 
                (real). No digo con esto (ni dije nunca en la nota por Ud. impugnada) 
                que Espínola se limite a trasladar, sin originalidad, a 
                su diálogo las ideas de Croce. Digo sí que su pensamiento 
                tiene una filiación croceana y está, por lo tanto, 
                expuesto al mismo análisis negativo que el del maestro 
                italiano.
              CROCE Y YO
              En el cuarto párrafo de su carta me atribuye Ud. la intención 
                de refutar largamente la teoría croceana de la expresión. 
                Infortunadamente no cita Ud. ningún texto mío y 
                no podrá citar poque en ningún lado refuto a Croce 
                ni a nadie. Lo único que señalo es que se ha refutado 
                a Croce e indico las fuentes más comunes en que el lector 
                desprevenido podrá encontrar esas refutaciones. También 
                me confude Ud. y se confunde, creyendo que hablo de las teorías 
                de Croce como liquidadas porque fueron refutadas por los alemanes. 
                De ningún modo: señalo apenas que están superadas, 
                en el sentido (único y obvio) de que su planteo ya ha sido 
                discutido y que toda persona que vuelva sobre ellas debe tener 
                en cuenta esta discusión. Y esto es lo que no hace Espínola, 
                perdiéndose la oportunidad de hacer un diálogo verdaderamente 
                dialéctico al enfrentar a Néstor con dos puntos 
                de vista contrarios y no con dos especialistas en el error: Helena 
                e Hipólito.
              LISTOWEL Y UD
              En su carta se quita toda autoridad a Listowel. Es un punto de 
                vista, y como tal muy respetable. Pero lo que Ud. no tiene en 
                cuenta siempre es que las objeciones de Listowel frente a Croce 
                son reproducción de las de Volkelt y Dessoir (según 
                Ud. mismo ha reconocido antes) y por lo tanto es a ellos y no 
                a Listowel (que es inglés) a quienes yo me refería 
                al escribir que los puntos de vista de Croce "presuponen 
                una concepción subjetiva de lo estético que ha sido 
                minuciosamente combatida, especialmente por los estéticos 
                alemanes". Tal vez Ud. no considere a Volkelt y Dessoir 
                como autoridades tampoco. En cuanto a que estos tratadistas son 
                "recientes" no lo digo yo, sino que me lo hace 
                decir Ud. Lo que yo indico como reciente es la traducción 
                del libro de Listowel que es de 1954. Tal vez también a 
                Ud. le parezca reciente un libro editado el año pasado.
              ESPINOLA Y KAINZ
              La discrepancia entre Espínola y Kainz es en la actualidad 
                de "esfuerzo" del contemplador de la obra de arte, que 
                Espínola exagera y Kainz niega. En cuanto a la impasibilidad 
                del contemplador que según Ud. yo atribuyo a Espínola 
                falsamente (párrafo 10 de su carta) es Ud. el que demuestra 
                haber leído mal a Espínola. Lo dice explícitamente 
                la página 12 (en un texto que yo citaba en mi nota impugnada 
                y que seguramente Ud. se salteó): "Hipólito 
                - ¿Pero es preciso que nos plantemos ante la obra de arte 
                tras un broquel de impasibilidad? Néstor - Durante el proceso 
                que a nosotros la transporta, sí". Le recomiendo 
                la lectura de las páginas 41 (habla Néstor) y 76 
                (Néstor de nuevo).
                Otra cosa. Señalé en mi artículo que Kainz 
                menciona una vez sola a Croce (y para discrepar) como índice 
                de la actitud de los tratadistas germánicos frente al maestro 
                italiano. Tampoco lo cita más de una vez Moritz Geiger 
                en su Estética (trad. de Raimundo Lida, Bs. Aires, 
                1951, pp. 88) y es para incluir su nombre, apenas, entre los expositores 
                de la peculiar manera de ser aprehendido el objeto estético. 
                El mismo Geiger dedica páginas a la exposición de 
                Volkelt y de Dessoir (opositores de Croce); en la bibliografía 
                se cita a Listowel. Otro ejemplo: cita a Croce una sola vez E. 
                Meumann (p. 85 de la ed. argentina, 1946, de Introducción 
                a la estética actual) y es para refutarlo; en cambio, 
                el autor menciona varias veces y estudia con la mayor atención 
                la obra de Volkelt y de Dessoir. ¿Para qué invocar 
                nombres? Seguramente tampoco dará Ud. el visto bueno a 
                Geiger y a Meumann.
                ¿Qué deducir de esta discrepancia? ¿¿Que 
                nada valen mis "autoridades", como Ud. las llama? ¿Que 
                nada vale su propia autoridad, amigo Coseriu? Dejemos este conflicto 
                trivial y vayamos a la sustancia.
              ESPINOLA Y EL DRAMA
              El párrafo 11 de su carta asegura que el diálogo 
                de Espínola es de índole especulativa, no dramática, 
                y por lo tanto, no tiene por qué tener "fuerza dramática" 
                Como Ud. sabe, no hay contradicción entre ser especulativo 
                y tener fuerza dramática. Fedón cumple con 
                ambas condiciones. Mi observación se refería no 
                a una condición necesaria del diálogo de Espínola 
                sino a una virtud imaginaria que el prólogo creía 
                descubrirle entre tres verdaderos discutidores y no entre un maestro 
                y dos dóciles errados, la fuerza dramática se hubiera 
                expresado a través del conflicto dialéctico. Espínola 
                se perdió enesta oportunidad. Contra lo que Ud. cree no 
                hay posiciones ideológicas" en Milón. 
                Hay una sola, la de Néstor.
              ESPINOLA Y EL LENGUAJE
              Su carta me enseña la diferencia entre el lenguaje coloquial 
                y el lenguaje estilizado. Gracias. Pero yo no me refería 
                a esto. Me refería al lenguaje pretendidamente abstracto 
                y poético que utiliza Espínola y a su fracaso por 
                darle vida (dialéctica). De aquí la comparación 
                con Valéry, al que Ud. perdona la vida por ahora. De aquí 
                que mi nota invocara la creación de lenguaje de que es 
                capaz Espínola en sus narraciones, de aquí que trajera 
                a colación el lenguaje parnasiano de Motivos de Proteo. 
                Otra vez, amigo Coseriu: yo hablo de una cosa y Ud. aniquila otra.
              MI VALORACIÓN
              Su carta termina lamentando que yo no haga una valoración 
                de la obra. Entonces (me permite preguntarle) ¿qué 
                refuta Ud.? Si dos páginas de MARCHA no le parecen una 
                valoración de la obra, ¿qué esperaba? La 
                prueba de que sí valoro la obra es que, en el mismo párrafo 
                en que Ud. me acusa de no valorarla, cita mis palabras: "es 
                una obra de singular calidad". ¿Y por qué 
                no cita también el final. Lo transcribo ahora: "Desde 
                cierto punto de vista puede asegurarse que no hay nada más 
                desdichado que el lenguaje en que ha creído necesario verter 
                Espínola su meditación estética. Desdichado, 
                sobre todo, porque la meditación misma, independientemente 
                del valor que pueda tener como doctrina general e independientemente 
                de que se encuentre o no superada por la estética actual, 
                es de enorme interés como vía de acceso al mundo 
                imaginario en que vive Espínola, el creador, el mundo en 
                que ha sabido componer los cuentos de "Raza ciega" y 
                su novela "Sombras sobre la tierra". Para ese mundo, 
                este diálogo sobre "Milón o el ser del circo" 
                es introducción esencial". ¿No es esto 
                una valoración?
                Pero advierto que Ud. ha confundido cosas inconfundibles. Ud. 
                cree que yo no valoro el diálogo porque no enjuicio 
                su tesis estética. Hay dos errores, aquí. Mi 
                nota dedica una página de MARCHA al análisis 
                del diálogo, a la determinación de sus tesis, a 
                su filiación croceana, a su ubicación en el panorama 
                actual de la estética. Si eso no es valoración ¿qué 
                es? La otra página está dedicada al análisis 
                de la forma del diálogo (con minuciosas referencias 
                al modelo, declarado de Espínola: Valéry) y al análisis 
                de su lenguaje. Si eso no es valoración, ¿qué 
                es?
                También niega Ud. que el diálogo pueda servir de 
                introducción al mundo novelístico de Espínola. 
                Permítame que le enseñe algo (en retribución 
                a todas las cosas que Ud. me enseña, y qué bien, 
                en su carta). Todo escrito teórico de un creador es de 
                interés para el crítico literario: tenga o no valor 
                teórico independiente. En este caso, Milón le 
                permite al crítico literario conocer algunas ideas estéticas 
                básicas de Espínola. Por eso constituye una vía 
                de acceso a a su mundo, por eso me parece introducción 
                esencial, por eso me parece introducción esencial. Pero 
                el tema es muy largo. Le prometo desarrollarlo en una nota aparte. 
                
                En suma, amigo Cosseriu, qué ligereza ha puesto Ud. en 
                evidencia, qué lectura tan superficial de mi nota, qué 
                artificios para refutar lo que yo no decía, para no querer 
                entender. No puedo dudar de su amistad (tantas veces declarada 
                en la carta) pero ¿cómo compadecerla con la liviandad 
                que la carta revela?
                Le debo agradecer la extensión con que se ha ocupado de 
                mi nota. Lamento no poder agradecerle también la atención 
                con que me ha leído. Pero me consuela pensar que tampoco 
                he leído con mucha atención ni a Listowel, ni a 
                Kainz, ni al propio Francisco Espínola.
                Lo saluda cordialmente
                Emir Rodríguez Monegal"