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Indice general ordenado alfabéticamente por título del libro o artículo

"El escándalo de Los Hijos de Sánchez"
En Mundo Nuevo, n. 3
setiembre de 1966
p. 82-83

"Tuve el privilegio de asistir, una tarde de la primavera de 1964, a una reunión en casa del doctor Arnaldo Orfila Reynal, entonces director del Fondo de Cultura Económica de México, cuando el doctor Oscar Lewis pasó una de las cintas magnetofónicas en que miembros de la familia Sánchez relataban una parte de sus historias. Todavía no se había publicado The Children of Sánchez en castellano, aunque su edición norteamericana de Random House circulaba desde 1961 y ya había empezado a ser traducida a otras lenguas cultas. Pero la edición en castellano, que sería precisamente publicada por FCE ya estaba entonces en activa preparación. Me sorprendió, debo reconocerlo, el alto sentido dramático con que se expresaban los Sánchez y la riqueza de su vocabulario, completamente oral, aunque con algunas inevitables contaminaciones (aquí y allá) de la fraseología de boleros y folletines. Admiré el vigor de su elocución. Estos seres habían llegado a ser actores de sus propias vidas y relataban cada suceso con una noción intuitiva del tempo dramático que los convertía en consumados, aunque espontáneos, comediantes. Más tarde, leyendo la edición mexicana del libro, reconocí en la página impresa ese mismo tono de voz, ese sentido dramático, esa riqueza de expresión que entronca hondamente con la gran picaresca española del Siglo de Oro sin perder su acento nacional. La experiencia de aquella tarde me pareció entonces memorable del punto de vista humano y cultural. Pero retrospectivamente iba a resultar aún más memorable.

Porque uno de los temas que se tocó al pasar esa tarde fue la probable reacción mexicana frente a la publicación del texto original. En aquel momento, tanto Lewis como Orfila Reynal eran optimistas. El libro en su versión en inglés había sido bien recibido por los intelectuales mexicanos; su éxito en los Estados Unidos y en Europa aseguraban un reconocimiento internacional de la mejor calidad; el documentado cariño del autor por sus personajes reales y la dedicación de Orfila a la editorial mexicana eran tan evidentes que no podían prestarse a interpretaciones erróneas. Recuerdo que salí de aquel encuentro con el entusiasmo que me contagiaron las devociones sumadas de Lewis y Orfila. Pocos meses después ocurrió el escándalo de Los Hijos de Sánchez, la denuncia de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, la defensa de los más destacados intelectuales mexicanos, la resolución del Procurador General de la República, la decisión de la Junta de Gobierno del FCE de no publicar una tercera edición del libro, la súbita destitución de Orfila de su cargo de director de dicho FCE. El optimismo de Lewis y Orfila se había encontrado con fuerzas muy profundas y oscuras.

Un caso ejemplar

No es este el momento de sumar uno más al coro de lamentos por lo que ha ocurrido. Más constructivo parece repasar con cierto detalle este caso ejemplar y extraer las conclusiones más importantes. Para ello, Mundo Nuevo ha recogido una serie de documentos que ilustran aspectos esenciales del caso. En primer lugar, una entrevista a Oscar Lewis, hecha por Elena Poniatowska y publicada en el suplemento de Siempre (19 de julio de 1963), más de un año antes de que se editase la versión mexicana por el FCE. Allí se puede ver muy clara y directamente la actitud del investigador norteamericano frente a su tema y sus personajes. Se advierte asimismo allí que Lewis no cierra los ojos frente al problema de la pobreza en los Estados Unidos y que en muy buena medida sus trabajos son los antecedentes inmediatos de un libro como el de Michael Harrington sobre la pobreza en aquella nación. No hay ningún sentimiento chauvinista en Lewis, que es un hombre de pensamiento liberal, como lo descubre cualquiera que lea sin anteojeras sus libros. En todo el extenso diálogo hay un solo error detectable: cuando Elena Poniatowska asegura que se ha prohibido la exhibición en el extranjero de la película norteamericana On the Bowery, de Lionel Rogosin, que describe la vida miserable de los borrachos del conocido barrio neoyorkino. La película ha sido exhibida públicamente en Europa. La vi en Londres (1959) y me consta que incluso fue presentada en una retrospectiva de Rogosin en el Festival de Karlovy-Vary, en Checoslovaquia, en 1964.

El escándalo estalla con la denuncia presentada por la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística sobre la que informa el periódico El Día, de México, en su edición del 12 de febrero de 1965. Conviene aclarar que algunos miembros de la directiva de dicha sociedad, como Oscar Castañeda Bartres o Eulalia Guzmán, no se solidarizaron con la denuncia y hasta protestaron públicamente contra ella, lo que no impidió, sin embargo, que continuase su curso. Una de las consecuencias inmediatas de la denuncia fue la reacción de los estudiantes universitarios y de un grupo destacado de intelectuales mexicanos. Sería imposible recoger todas las opiniones que gente como Rosario Castellanos, Juan Rulfo, Jaime García Terrés, Emilio Uranga, Emmanuel Carballo y otros muchos expresaron públicamente en defensa de la obra de Oscar Lewis y del derecho de libre investigación. Para ilustrar este aspecto, tan positivo, del caso se recogen aquí las opiniones de Víctor Flores Olea, catedrático de la Escuela de Ciencias Políticas y Sociales, y del novelista Carlos Fuentes, tal como fueron reproducidas por el periódico El Día, del 15 de febrero de 1965. También se insertan dos largos fragmentos del trabajo publicado por Fernando Benítez en el suplemento de Siempre (10 de marzo de 1965) y que constituye sin duda alguna uno de los más notables y apasionados análisis del libro.

Felizmente, el fallo del Procurador General de la República destruye totalmente los cargos de la SMGE y libera a Lewis y a la dirección del FCE de toda sospecha. El texto que aquí se publica ha sido recogido de la quinta edición de Los Hijos de Sánchez, publicada por Joaquín Mortiz, en México (1966). Quedan dos apéndices a este caso. Uno se refiere a las reacciones de las personas implicadas en el escándalo. Hay que subrayar que uno de los aspectos más despreciables del escándalo fue la persecución a que fueron sometidos por la prensa periódica los miembros de la familia Sánchez. Como se sabe, el autor intentó proteger su intimidad cambiando no sólo sus nombres y apellidos sino incluso el de la casa de vecindad que los albergaba. Antes de publicarse el libro en México, Lewis intentó vanamente que el único de los "Sánchez" que continuaba viviendo en "Bella Vista" se mudara a otro lugar. Cuando estalló el escándalo, la prensa periódica se lanzó a una búsqueda de la familia que tuvo caracteres casi siempre desagradables y a veces pintorescos. Por un lado se sostuvo que los Sánchez eran una invención de Lewis, por otro se presentaron candidatos a cuál más apócrifo de la supuesta familia. El único de los verdaderos Sánchez que fue identificado, "Manuel", no tuvo reparo en declarar abiertamente a un periodista del semanario Siempre (3 de octubre de 1965) su adhesión y su afecto a Oscar Lewis, a quien siempre llama doctor. Por otra parte, el investigador norteamericano ha hecho recientemente un largo balance de toda la cuestión en una carta que me escribió el 21 de marzo último y de la que transcribo aquí, con su autorización, algunos párrafos.

Epílogo previsible

El otro epílogo es lamentable aunque previsible. La iniciativa de publicar la edición mexicana de Los Hijos de Sánchez partió, como se sabe, del Director del FCE, el doctor Arnaldo Orfila Reynal. La editorial ya había publicado en 1961, y sin escándalo, el libro anterior de Oscar Lewis: Five Families (Mexican Case Studies in the Culture of Poverty), 1959, que había titulado Antropología de la pobreza, y subtitulado Cinco familias. La cuarta de las familias allí estudiadas era precisamente la de los Sánchez. De acuerdo con los reglamentos del FCE, el doctor Orfila presentó a la Junta de Gobierno de dicha editorial el texto de la nueva obra. Una edición en una tirada de seis mil ejemplares fue aprobada por unanimidad. Apareció en octubre de 1964 y se agotó en un mes y medio. Una segunda edición, también de seis mil ejemplares, apareció en diciembre del mismo año y se estaba vendiendo bien cuando estalló el escándalo provocado por la denuncia de la SMGE (10 de febrero de 1965). Una consecuencia del mismo fue que se agotara esta segunda edición y que en el mercado negro los ejemplares de la obra se cotizaran cuatro o cinco veces más sobre el precio de tapa, cuarenta y cuatro pesos. El doctor Orfila propuso entonces a la Junta una tercera edición de diez mil ejemplares que no fue aprobada. En cambio, se decidió ceder los derechos a las ediciones Joaquín Mortiz, de México, que ya han hecho tres ediciones con un total de treinta mil ejemplares. De este modo, FCE se desprendía de uno de los títulos que más éxito había obtenido. Los motivos de esta generosidad resultan evidentes para quienes conozcan el carácter semioficial de dicha editorial. Aunque en el fallo del Procurador General de la República se levantan los cargos de la SMGE, en la realidad de los hechos la publicación de Los Hijos de Sánchez por el FCE resultó condenada. La obra pertenece ahora a una editorial independiente.

Esta no fue la única consecuencia. Unos meses después, el 9 de noviembre de 1965, la Junta de Gobierno del FCE hacía cesar en sus funciones al doctor Orfila Reynal. La decisión fue tomada sin previo aviso; en menos de veinticuatro horas se tomó la resolución y se comunicó al doctor Orfila su cese. Si se tiene en cuenta que hacía diecisiete años que ocupaba ese cargo y que hacía veintiuno que estaba vinculado a la empresa (fue antes director de la sucursal argentina); que el éxito de la editorial durante el largo lapso de su dirección había sido notable; que la opinión pública no sólo de México sino de todo el orbe hispánico había destacado la importancia de su labor, resulta inevitable concluir que muy poderosas motivaciones habían determinado esa decisión de la Junta de Gobierno. No es un exceso de suspicacia vincular esta destitución fulminante con la publicación de Los Hijos de Sánchez y con el escándalo provocado por la SMGE. La victoria de la más reaccionaria forma del nacionalismo se ha convertido al cabo en una derrota de la cultura.

Como se ha informado a nuestros lectores en el número 1, el doctor Orfila ya ha reunido capitales suficientes para lanzar una nueva editorial, Siglo XXI, que le permitirá continuar su obra de publicista latinoamericano al margen de presiones nacionales o confesionales. Esta editorial, a la que ya han prestado su apoyo y sus obras escritores de la talla de Alejo Carpentier, Julio Cortázar y Carlos Fuentes, constituirá sin duda la mejor respuesta a esas fuerzas negativas de la incultura. Tal vez el optimismo del doctor Orfila aquella tarde de primavera de 1964, no estaba del todo infundado. Hagamos votos por que así sea ..."

E.R.M.

 

Responsables

L. Block de Behar
lbehar@multi.com.uy

A. Rodríguez Peixoto
arturi@adinet.com.uy


S. Sánchez Castro
ssanchez@oce.edu.uy

 


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