|  |  [194-] Querido Rodríguez Monegal: Ahí va algo de la novela para Marcha. Cuando la miré 
              me di cuenta de que la novela es muy buena; claro que después 
              Martínez Moreno surgirá trasladando pronombres y segando 
              gerundios y que usted se mandará su bello brulote citando 
              a Guyau, José Enrique Rodó y otras suciedades (1). 
              Pero el pueblo sufriente, la masa escarnecida y sudorosa está 
              conmigo, A fin de mes iré por ahí a fundar una capilla 
              literaria destinada a escupir sistemáticamente en el asado 
              de los pululantes jorges luises borges y los que el fundador tradujo, 
              copió, adoptó, de libros en inglés que todavía 
              no estaban traducidos en Chile. Pero antes de eso recibirá 
              usted, no, usted no, Carlitos Quijano, un artículo de Groucho 
              Marx o como se escriba acerca de eso que llaman literatura uruguaya 
              y mucho más acerca de los literatos, los intelectuales, los 
              eruditos y tanto punticomista engendrado en la facultad de Derecho 
              en la tibia atmósfera de Valery y vía Oribe, o de 
              los dos o cuatro u ocho nombres inseparables que estén ahora 
              de moda. Bueno: esto es para el futuro y el futuro pertenece a Dios, 
              siendo, por otra, muy inescrutable. Por ahora, nada más, salvo que en los últimos tiempos 
              lo he alacraneado bastante; no a usted mismo pero sí a su 
              manera de ser y a la de su socio en relojería mental, don 
              Carlos Martínez Moreno. Ya hablaremos de todo, porque lo 
              que yo digo por atrás lo repito por delante y también 
              mucho de lo que hago. Si es posible, colóqueme entre Mary 
              Mac Carthy y la putita fantasma llamada Anna Livia Plurabelle, por 
              la que haría lo mismo que supongo hizo por ella el bueno 
              de Finnegan en su velada y lo que ha hecho siempre jamás, 
              durante pocas horas y miles de miles de páginas, vuestro 
              padre James Joyce. Apretones de manor enérgicos y cordiales, (1) Aunque por pura admiración a "Para esta Noche" 
              termina mudándose a la calle Ossorio y por pura hipocresía 
              le roba una ese.Onetti   
 
                 
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