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  "Emir Rodríguez Monegal o la construcción
de un mundo (nuevo) posible"   pág. 2/2

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C) Una literatura "libre de dogmas"

Mundo Nuevo afirma en su editorial del número 11: "es una revista que se edita bajo la orientación exclusiva de su director, único responsable de la selección de todo material que publica". El criterio del director es decididamente independiente, y se expresa sin ambages, tanto en lo que hace a los acontecimientos políticos de su época como en lo que se refiere al papel del escritor y de la literatura en ese mundo que le toca vivir.

Desde el punto de vista político e ideológico, Emir Rodríguez Monegal considera la guerra fría como un duelo anacrónico, "de otra era geológica" (MN 4, 50). En la entrevista "con" Max Aub en MN 15 (en la cual el verdadero entrevistado es el entrevistador), define su posición como sigue:

Yo creo ser más auténticamente dialéctico que muchos que se proclaman marxistas, y como soy dialéctico pienso que precisamente si algo puede enseñarnos Hegel es que después que se ha conseguido una síntesis no se ha llegado al punto final sino que se está al comienzo de una nueva serie. La síntesis se convierte en tesis, la que a su vez genera una antítesis y una nueva síntesis, y así sucesivamente. Precisamente, de aquí arranca el error de quienes piensan que un día de octubre de 1917 en la Unión Soviética, o de octubre de 1949 en China, bastan para dividir para siempre el mundo entre los que están a la izquierda y los que están a la derecha. Los que se pasan la vida haciendo el recuento de cómo fulano, que en 1936 estaba 35º a la izquierda ahora está sólo 34º, o tal vez 28º a la derecha, ésos cometen el error de creer que el mundo está fijo y no ha cambiado un ápice a partir de una fecha que ellos eligen para siempre. Yo no creo que haya nada fijo en este mundo, y tal vez ni siquiera en el otro, si existe (50).

Nada le irrita más que las definiciones y las acusaciones simplistas: los Estados Unidos no son sólo McCarthy, la Unión Soviética no es sólo Stalin, y en todas partes se cometen injusticias y crímenes contra la humanidad. Dicho con palabras de Sábato (MN 5, 21):

Los rusos cometieron tremendos crímenes bajo la tenebrosa tiranía de Stalin, pero, ¿quiénes son para juzgarlos los torturadores de Argelia, los criminales del Congo, los asesinos de Hiroshima, los marines de Santo Domingo, los que arrojan bombas de Napalm en el Vietnam?

La denuncia sistemática se impone en todas partes: pero el apoyo y la simpatía del intelectual deben ir a todos los intentos progresistas y revolucionarios. La importancia de la Revolución Cubana es indiscutible para Mundo Nuevo, a pesar de los anatemas que contra su director pronunciaron Fernández Retamar y Angel Rama(5), y cada vez que se trata de afirmar que un escritor cumple con su responsabilidad se citan sus declaraciones a favor de Cuba. Vargas Llosa, por ejemplo, al recibir el premio Rómulo Gallegos hizo un discurso en ese sentido, sin que nadie en la revista hiciera ninguna alusión al hecho de que hubiera recibido ocho mil dólares de una casa norteamericana como anticipo por los derechos de La ciudad y los perros y por la opción a cinco obras más.(6) Los Estados Unidos no son sólo la C.I.A., sino también intelectuales progresistas de los cuales Arthur Miller representa la quintaesencia:

Miller representa el mejor tipo del escritor norteamericano. Es un hombre que conoce la lucha, que fue perseguido por el maccarthismo en la época en que era simpatizante comunista, que fue perseguido por los comunistas cuando denunció al aplastamiento de Hungría, y que ahora está en la mejor posición para predicar el acercamiento, la concordia, el diálogo (MN 4, 50).

Los buenos y los malos son cosa de cuentos de hadas: y es verdaderamente infantil la imagen que da Mundo Nuevo de los intelectuales cubanos, de sus excomuniones y sus abstenciones. La carta a Pablo Neruda, por ejemplo, regañándolo por haber participado en la reunión del PEN Club en Nueva York en 1966, que fue rechazada con indignación por el poeta chileno.(7) Fernández Retamar, Director de la revista Casa de las Américas fundó entusiasta, junto con Asturias y con Orfila Reynal, la Comunidad Latinoamericana de Escritores en Génova, en el Congreso de] Columbianum de 1965. Sin embargo, en el Congreso de este flamante Comunidad en México, en 1967, "el cuento de miedo estuvo a cargo de Emmanuel Carballo, que veía la mano de la C.I.A, detrás del asunto y una tremebunda conspiración de la derecha" (MN 13, 76-77, citando a Benito Milla). Carballo, "había regresado de Cuba poco antes" y tuvo eco inmediato: una declaración de Benedetti, en nombre de veinte escritores entre los que figuraba la delegación cubana en pleno, el chileno Manuel Rojas y el uruguayo Martínez Moreno en la que se retiran del Congreso, porque "hoy en día no se puede pretender que un escritor de izquierda integre la misma Comunidad que otro, de militancia pro imperialista". La reacción de Asturias fue enérgica, recordando que la Comunidad se había creado siguiendo el ejemplo de la europea, en la cual participaban los escritores del este y los países capitalistas. Y agrega la reseña de Milla citada por Mundo Nuevo:

En su desarrollo posterior el Congreso iba a demostrarle al grupo cubano y a sus amigos que no necesitaba de su estrategia compulsiva para hacer frente con dignidad a los problemas políticos reales que vive América Latina.

La antinomia sartreana "no hay lugar para la literatura en un mundo de hambre, de Vietnam y de Santo Domingo", es demasiado fácil. La tarea del escritor es formularla a la inversa: sí, debe haber lugar para Vietnam y Santo Domingo en la literatura. Hay que hablar de ello, mal que les pese a los maccarthistas de derecha o a los comisarios culturales de izquierda. Y, si somos partidarios del socialismo, dice Vargas Llosa:

nosotros queremos, como escritores, que el socialismo acepte la literatura. Ella será siempre, no puede ser de otra manera, de oposición (MN 1, 95, reproduciendo un texto de Marcha del 3-4-66).

La literatura se rebelará con sus propias armas, que no son las del panfleto. El realismo socialista es blanco de todos los anatemas de Rodríguez Monegal, porque la literatura no es la reproducción de la realidad según los códigos a los que estamos más acostumbrados, que nos parecen, por habituales, los más "verdaderos". Ese es el lenguaje esclerosado que eterniza una imagen estática del mundo tal como está organizado por los que mandan. Pero las relaciones entre las figuras, los modelos, pueden romperse: y la tarea del escritor es percibir las fisuras y acentuarlas en el texto, mostrando la vida en su dinamismo y en su cambio incesante.

 

4. Metodología

En su estudio sobre Octavio Paz (MN 21) Rodríguez Monegal distingue dos concepciones diferentes de la crítica, que se complementan. Por un lado, la creación de un "doble" de la obra misma, su apertura a la infinita lectura, a las múltiples interpretaciones, que como se ha visto ya, es ejercida, preferentemente sobre la narrativa, por el director de Mundo Nuevo, y por otra parte, la creación de un ámbito intelectual, estableciendo relaciones entre los textos. "No es casual" -declara Rodríguez Monegal:

que algunos de los más importantes críticos de América Latina, desde Bello hasta Borges, pasando por Rodó y por Reyes, hayan sido no sólo críticos sino promotores de cultura, hayan estado asociados a editoriales, hayan publicado revistas. No sólo han creado su obra de críticos, poetas o narradores. Los cuatro han debido fundar una literatura (MN 20, 67).

Los instrumentos más útiles para esta tarea son, sin lugar a dudas, las revistas literarias, y Mundo Nuevo subraya hasta qué punto las publicaciones periódicas han sido importantes en la historia cultural del continente. Así, para comprender la visión plástica de Darío sobre el art nouveau es indispensable hojear la colección del Mundial; Juan Montalvo es El Cosmopolita; Giusti es, con Bianchi, Nosotros; Alfonso Reyes fue "el infatigable redactor unipersonal de Monterrey"; la generación del "45" no tiene consistencia mientras no logra romper con Sur y con el suplemento de La Nación, fracasa con Buenos Aires Literaria y se afirma con personalidad propia gracias a Contorno y a Ciudad; Sarduy define su trayectoria cubana desde Orígenes a Ciclón; Cabrera Infante a través de Lunes de Revolución, etc. Las hay buenas y las hay criticables, pero:

las revistas literarias deben ser, entre otras cosas, contradictorias, caóticas, anárquicas, hasta malas: todo ello es la condición para que cumplan su misión de acertar nuevos caminos (MN 14, 76).

La "Revista de revistas" de Mundo Nuevo es, así, particularmente interesante, ya que a través de las críticas y elogios de la actividad ajena percibimos la justificación de los lineamientos propios,(8) y una red de comunicaciones, citas, y nombres que van construyendo ágilmente una enciclopedia, un tejido de discurso, un mundo de referencias.

Porque de eso se trata: de soñar un mundo y de realizarlo escrupulosamente. Paralelamente a las novelas que admira, la revista de Emir Rodríguez Monegal construye una realidad de papel. Con un talento de cronista indiscutible basta remitir a las tres piezas maestras del género que se encuentran en Mundo Nuevo: el "Diario del PEN Club", en MN 4; el "Diario de Caracas", en MN 17 y el "Diálogo en Puerto Azul" en MN 20-, como en un folletín por entregas nos promete primero la información de un congreso, nos la brinda en un número siguiente con abundancia de detalles y la relaciona luego con las reacciones de los participantes en sus publicaciones. Su placer narrativo es manifiesto, y se transmite en el redondeo de las anécdotas, que se convierten en signos de un juego iniciático, como la historia del anillo de Henry James que le prestó León Edel por unos segundos y que se transformó en un ritual para la delegación latinoamericana (MN 4). Los personajes de las intrigas son retratados eficaz y humorísticamente: son esos escritores que se vuelven familiares al lector gracias a las infaltables descripciones físicas, precisas como los trazos de un caricaturista. No faltan las pinceladas de sus costumbres y de sus manías, que nos divierten: Carlos Fuentes que evita viajar en avión cada vez que puede; Onetti, huraño y desagradable, verdadero quebradero de cabeza para Rodríguez Monegal que ha prometido presentárselo al admirativo y simpático Robles; Vargas Llosa, en su búsqueda de un Chinatown de novela policíaca; y la descripción magistral y llena de humor de un Guimarães Rosa digno e imperturbable con su cajita de picnic, sobre una silla precaria en la cubierta de un barco mientras un mare magnum de periodistas y fotógrafos lo arrasaba todo persiguiendo a Neruda. Estos personajes, como en la nueva novela, hablan directamente, en entrevistas grabadas: y aunque el narrador extradiegético parezca desaparecer, no abandona ni por un momento su fonction de régie: selecciona las cintas con un sabio trabajo de montaje, orienta la discusión y, cuando es necesario, toma la palabra como un personaje más, a la manera del narrador de Cambio de piel.

Los acontecimientos que constituyen el eje de la información en cada número son episodios en una trama que podría llevar como título "La lucha por la independencia del intelectual": el escándalo de Los hijos de Sánchez y la destitución de Orfila Reynal como director del Fondo de Cultura Económica; el Congreso del PEN Club en Nueva York; el Congreso de la generación del 60 y la literatura peruana, en Lima; el Congreso Latinoamericano de escritores en México; el Congreso de Caracas y el premio Rómulo Gallegos; el año Rubén Darío; las denuncias sobre la financiación de Mundo Nuevo; Vietnam; el Plan Camelot; la defensa del erotismo; la reunión de Puerto Azul. Una rúbrica muy lograda que se llama "Sextante"; proporciona la vida misma de premios, congresos, traducciones, casas de edición, polémicas, censura, etc; mundillo imprescindible de información que, a veces, cobra relieve individual en los números siguientes de la revista.

Respeto por los que piensan de manera diferente: Rodríguez Monegal no es peronista, pero en Mundo Nuevo hay un artículo de Rudni sobre Marechal, quien también es entrevistado por Fernández Moreno; detesta el realismo socialista, pero valora la poesía comprometida de Casa de las Américas; es internacionalista, pero estudia en profundidad la obra de David Viñas, integrante de la generación que él llamó "de los parricidas". Rigor: proporcionando la información más completa en torno a las declaraciones de la C.I.A. sobre la financiación del Congreso por la Libertad de la Cultura, que parecían implicar a Mundo Nuevo; indicando casi maniáticamente sus fuentes; estructurando las rúbricas y controlando las informaciones a través de la publicación de las diferentes versiones del mismo acontecimiento.(9) Pasión: siguiendo la pista secreta de un autor desde la primera lectura de una novela que le fascina: (Grande Sertão: Veredas) hasta un artículo crítico y biográfico lleno de afecto en el momento de la muerte de Guimarães Rosa; dedicando tantos párrafos a narrar la Mesa Redonda de los Escritores Latinoamericanos en el PEN como al detalle del gorrioncito en el motor que retardó el viaje desde París (MN 4); en la emoción discreta con la que humaniza un gesto o un momento importante, y en la síntesis que interpreta, siempre, comprometiéndose en primera persona. Cumpliendo con sus propias exigencias, Rodríguez Monegal creó "su" Mundo Nuevo: y en gran medida, el nuestro, el que utilizamos ahora. Analizar si fue totalmente suyo o si integraba líneas discursivas de la época o de las instituciones que lo financiaron; si fue siempre coherente o contradictorio; si logró imponerlo totalmente dentro o fuera de su propia revista, o si diferentes discursos rivalizaron con sus artículo, es la tarea de otras investigaciones. Su legado a la historia de la literatura marcó definitivamente un período, su poder fue inmenso, y su manera de ejercerlo de una eficacia difícilmente contrarrestada, porque impuso sus propios referentes sobre el significado de la apertura, de la actualidad, de la creación, de la independencia, del respeto, del rigor y sobre todo, del apasionamiento.


Bibliografía

Lambert, José, (1980): `Production, tradition et importation: une clef pour la description de la littérature et de littérature en traduction', Canadian Review of Comparative Literature (Spring 7, 1980), 246-252.

Rodríguez Carranza, Luz, "L'Individu et 1'Institution: Le discours critique des revues littéraires des années 1960 en Amérique Latine" en D. Fokkema y R. Bauer (eds.), Proceedings of the Xll ICLA Congress (Ludicium Verlag, 1990).

"La poétique de Borges et un autre roman historique" en Revue Canadienne de Littérature Comparée (XVI,1, 2, 1990).

"Comparatismo latinoamericano: una perspectiva pragmática" en Lisa Block de Behar (coord.) Términos de comparación: los estudios literarios entre historias y teorías (Montevideo: Academia Nacional de Letras, 1991).

Swiggers, Pierre, "A New Paradigm for Comparative Literature", Poetics Today (3:1, 1982), 181-184.

Vlasselaers, Joris, (1982) "Suggestions pour une historiographie littéraire ouverte: Commentaire", en Eva Kushner, ed., Renouvellements dans la théorie de l'histoire littéraire, En Actes du Colloque international (McGill University, 1983), 205-210.


5 Ver el intercambio de cartas entre Casa de las Américas y Mundo Nuevo, publicado en la rúbrica "Los dichos y los hechos" de Marcha 1295 del 11 de marzo de 1968 y del 18 de marzo del mismo año, y los artículos de Angel Rama en la misma revista: "El mecenazgo de la C.I.A.", del 6 de marzo de 1966, "Las fachadas culturales", del 3 de junio de 1968 y "El tigre en el flotante camalote", del 17 de marzo de 1967. Una síntesis de la opinión de Marcha se encuentra en el número 1355 del 3 de junio de 1967: "Historia de una 'calumnia'". Ver también, de Ambrosio Fornet, "New World in Español", en Casa de las Américas 40, enero-febrero 1967: "Epitafio para un imperio cultural" de Mario Vargas Llosa, en Marcha 1354, del 27 de mayo de 1967 (el mismo artículo fue publicado también en Primera Plana e1 30 de mayo del mismo año). La respueata de Mundo Nuevo se encuentra en "Al lector" en MN, 11 de mayo de 1967, "En la C.IA. y los intelectualea". Editorial de MN 13 de julio de 1967 y en "La C.I.A, y los intelectuales", en MN 14, agosto de 1967. Volver

6 La información sobre estos derechos de autor no proviene de la crónica del Congreso de Caracas, que se encuentra en MN 17, sino en el Nº 3, en la presentación del escritor que hace Rodríguez Monegal para su artículo "Madurez de Vargas Llosa": pero allí, precisamente, se la yuxtapone al comentario de su simpatía por la Revolución Cubana. Volver

7 Rodríguez Monegal no se pronuncia en este caso, y prefiere citar un texto irónico de Benito Milla, cuya censura de Benedetti resulta más "legítima" por tratarse de un uruguayo en Uruguay. Volver

8 Zona Franca, por ejemplo, dirigida en Caracas por Juan Liscano, representa un prototipo muy particular de la revista latinoamericana que se dirige simultáneamente al especialista y al gran público: un artículo sobre ciencia ficción, "verdadera divulgación de la divulgación" está "al lado de los complejísimos y ultrapolisemánticos'poemas' (o como se llamen) de Severo Sarduy" (MN Nº4). Sus autores hablan simultáneamente dos lenguajes, y logran realizar lo que parece imposible, ser leídos por diferentes públicos. Imagen, también de Venezuela, dirigida por un colaborador de Mundo Nuevo, Guillermo Sucre, tiene "dos coordenadas, América Latina y el mundo" (MN Nº20), lo que la lleva a propulsar la literatura y la cultura del continente, utilizando además "las más modernas técnicas de expresión crítica, tales como la entrevista grabada". De Casa de las Américas se habla con sutilezas: su número 35 sorprende por la calidad de la poesía que incluye, que, aunque pertenezca al decepcionante "tipo de poesía que se incrusta fuertemente en la inmediatez, en 1o que suele llamarse la actualidad", se destaca; un poema de Fernández está menos logrado, pero "es quizá más sorprendente aún que se pueda hacer una poesía viable con un tema como ése". Se utilizan materiales de revistas respetables: Ercilla, Marcha, Eco, Diálogos, y Siempre; se traducen documentos interesantes de Preuves y de Encounter; se estimula paternalmente a las nuevas publicaciones como Criterio, de Asunción "que no dice cosas realmente muy originales pero tiene la valentía de decirlas en Paraguay", etc. Pero la denuncia es implacable con aquellas revistas que no cumplen con la ética de la profesión: Punto Final, de Santiago de Chile, que publica una entrevista totalmente falsa a Rodríguez Monegal (MN 20); Visión, de Buenos Aires, que habla de textos que no ha leído, manifestando la ignorancia más crasa. Volver

9 La única ligereza que podría reprochársele es la de no proporcionar los nombres de los traductores; pero hay que tener en cuenta que no era costumbre hacerlo en las publicaciones periódicas de los años sesenta.Volver

 

Responsables

L. Block de Behar
lbehar@multi.com.uy

A. Rodríguez Peixoto
arturi@adinet.com.uy


S. Sánchez Castro
ssanchez@oce.edu.uy

 

 


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