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"Recordando a Rodríguez Monegal"
Por Enrique Estrázulas
En La Semana de El Día, 23-29/11/1985

 

Uno de los críticos literarios más polémicos y, objetivamente, uno de los mayores de América Latina, deja de existir con la muerte de Emir Rodríguez Monegal.

Lo recuerdo en la redacción del diario El País, siempre vestido de negro, redactando a gran velocidad sus críticas teatrales, a principios del año sesenta. A esa vestimenta se agregaba un sombrero negro, también. Y muchas veces, de madrugada, lo ví de pié, con la máquina sobre un armario, redactando la entonces famosa "Primera impresión de anoche" después de los estrenos, cuando no había tiempo de armar una extensa crítica por los apremios del cierre.

Sin sacarse el sombrero entraba al taller a entregar sus apretadas diez o veinte líneas. Cierta vez, en un acto de humor que apuntaba a que el crítico se quitara el sombrero, un grupo de obreros gráficos cantó el Himno Nacional, pero Rodríguez Monegal abandonó el taller y la redacción como pensando en otra cosa.

Eran las épocas en que comenzaron las polémicas con Angel Rama, otro de los grandes de la crítica literaria de la generación del 45. Rama era hombre de izquierda y Rodríguez Monegal era más bien conservador o más bien escéptico de la función social o política de la literatura. En una excelente nota, escrita en ocasión de la muerte de Ángel Rama, el escritor Mario Vargas Llosa advirtió la posibilidad de que los congresos literarios del futuro fueran muy aburridos sin la presencia de estos dos contrincantes uruguayos que deslumbraron, cada cual con su prédica, en todos los eventos literarios a los que asistieron. Ambos estaban exiliados voluntaria e involuntariamente, porque la dictadura se encargó de no dejarlos regresar quien sabe con qué inefable argumento además de los supuestos y conocidos, tan ciertos como increíbles.

Pocas veces dialogué con él. Yo era muy joven y estaba alineado a las doctrinas tangueras y antintelectuales de varios periodistas trasnochadores de esa época, apasionados por la murga, el fútbol, etc. Yo escribía poemas en secreto y tuve suerte de no ser expulsado de esa rueda cuando publiqué mi primer libro. Pocas veces dialogamos porque para dialogar estaba siempre obligado a hacerle preguntas, a interrumpirle alguna nota. Por otra parte, la mesa de espectáculos de aquélla redacción era una isla. Una isla creada por sus habitantes o tal vez creada por nuestro menosprecio. Nunca lo sabré aunque sospecho lo primero. Sin embargo, una noche, mantuvimos una larga conversación. Alguien, muy íntimo, me pidió que lo invitara a una tertulia. Rodríguez Monegal aceptó encantado y me sorprendí por la intespestiva ruptura de su apariencia fría y por la amenidad de su conversación que nos regaló una noche inolvidable.

Fue uno de los críticos más amenos que he leído. Su erudición (condición que rara vez es amiga de la amenidad) era mezclada constantemente con ocurrencias sorprendentes. Recuerdo una sesuda crítica sobre Dylan Thomas, el alcohólico poeta británico que se suicidó en Nueva York, titulada "Nueve whiskies sin hielo". Obviamente, el título atrajo a cualquier lector, aún a quien no tuviera la menor idea de la obra del excepcional poeta galés.

Cierta vez le pregunté por Onetti, le pregunté dónde ubicarlo. "Vaya hasta el castillo del Parque Rodó. Ahí funciona una biblioteca. Se va a encontrar con el mejor escritor uruguayo, un hombre muy aburrido...".

La verdad es que no fui al castillo, que conocí a Onetti por casualidad y, por el contrario, me resultó siempre un humorista excepcional, condición que no se refleja en sus libros.

Una magnífica nota-reportaje escrita por Rodríguez Monegal fue la que escribió recordando el día en que reunió, en un café de la calle Corrientes, a Onetti con Borges. En ese encuentro Onetti no pronunció una sola palabra, con excepción de una sardónica pregunta.

¿Qué le ven al coso ese de James? y Borges, al final de la entrevista semifallida, al retirarse con Rodríguez Monegal, le preguntó: ¿Por qué habla Onetti como un compadrito italiano?

Ameno, estudioso, profundo conocedor de casi todas las literaturas, ha dejado de existir otro uruguayo excepcional, de esos uruguayos que nos convierten en una de las rarezas de este mundo en determinado ámbitos de este mundo.

 

Responsables

L. Block de Behar
lbehar@multi.com.uy

A. Rodríguez Peixoto
arturi@adinet.com.uy


S. Sánchez Castro
ssanchez@oce.edu.uy

 


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